sábado, 3 de julio de 2010

a veces hay que cerrar los círculos

Quisiera salir y distraerme. La selección quedó afuera y eso de por sí es triste. Está por llover, no tenemos resto ni ganas de hacer nada. No hay programa. Vinieron todos temprano. Desayunamos sufriendo. El cielo gris me apaga. Entender la necesidad de cerrar. Tengo problemitas con eso. Desde siempre. Dejar ir. A todos los niveles. Imaginate que me daban ganas de llorar cuando terminaba una materia. En fin. Pero la lógica de ponerse en primer plano debería empezar a funcionar mejor. Centrarse, concentrarse. El entorno está difícil. Muy difícil. Tengo que cuidar un inside que se puede desbarrancar. Somos muchos. Y muy complicados. Y yo. En el medio de todo, intentando sobrellevarme con muy poco éxito. Hace años que no sentía tanta angustia como en estos últimos días. Todo junto. Mucho. El cuarto de rivotril nocturno tal vez no ayude. Efecto rebote. Aplastada. Por las nubes bajas.
Diego ordena los discos con Milo y Tita. Simón en lo de Dante. Xime, Ale y Domi se fueron hace un rato. ¿Qué hacer? Pocas opciones. No hay pelis. No hay teatro infantil. No hay amigos para armar comida. Y de todas maneras, no tengo resto. Ni la vida social puedo sostener, seamos sinceros. Ganas de tirarme a leer. Aunque Yo era una mujer casa, de Aira, creo que no es una buena opción para la coyuntura.
Vení y borrame. Por ejemplo. Borrame toda. Entera. Ayer chateando con madre le dije que la vida es así, que yo sé que hay embates y que son momentos, estoy acostumbrada. Soy guerrera. Pero acá, entre nos, te diría que quisiera una tregua. Paz. Una tregua conmigo también.
En fin.
Así las cosas.
Enrosquetis.

No hay comentarios.: