viernes, 16 de julio de 2010

otra vez yo

Está nublado y me desperté triste. Descolocada. Incómoda. Una vez más. Necesito un punto final, eso está claro.
Después de una noche difícil, ganas de nada. Al bebé le salen muchos dientes a la vez y la angustia materializada en un cuerpo enorme que corre y al que hay que contener, con mi estructura bastante más pequeña, sumada, agota. A las cuatroy media de la mañana. 
Entonces, evadirse. Por el mal lugar.
Basta.
Trabajar.
Una vez que logre dejar la cama y el camisón, que las piernas no me pesen tanto como me están pesando. Un baño reparador, no gym. Llevar hijos y buscar celular. A ver si todavía vive. Me dieron sólo un 80% de probabilidades. Si no, adiós iphone.
Vino Ile. Llovía mucho. Granizaba. Le dije que estaba linda y le dije algo que también había pensado unas horas antes: una cierta locura embellece. El raye. La locura en serio, no.
Y siempre la misma conclusión, es increíble pero cierto: carezco de todo talento. Sí, sí, además, triste.
El finde una vez más sin planes. Uf. Plomo. Cíclico y deprimente, te diría. 
Intento leer los diarios. Pasaron 16 años. Pienso mucho en el 94 en estos días. Eran vacaciones de invierno, me acuerdo perfecto de todo. Lo vi en la tele. Tenía, exactamente, 16 años.
Increíblemente, sigue impune.
Me voy a bañar, chicos.
Así las cosas.

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