miércoles, 7 de julio de 2010

Sobre verdudas, soledad, familia y maternidad

En esta ciudad llueve cada vez más temprano.
Fui al super con mis tres hijos vestidos de rojo. Son, sabemos, un montón. Mientras ponía las espinacas en la bolsa y pensaba qué otra verdura iba a comprar para que la semana esté plagada de comida sana, me vi haciendo lo mismo durante veintitantos años más. Uf.

Desde ayer vengo pensando en la maternidad. No es algo que haga con demasiada frecuencia, enfrascada en mi propia subjetividad. Y eso entonces, me disparó hacia un lugar extraño. Solidez. Es un concepto que debería estar ligado a las madres en relación a los hijos y yo no sé si aplico. Y va más allá de estar pendiente de las necesidades concretas escolares, sociales, deportivas, médicas que ya de por sí son muchas y pesadas. Porque los hijos, obviamente, son individuos con necesidades afectivas muy marcadas. Y uno es el único responsable. Guau. Estar a la altura. Difícil.

Y mientras. Ser uno.
O intenterlo.

 Tuve muchos hijos porque la soledad me da pánico. Y, paradójicamente, o no, en general prefiero estar sola y tranquila. O al menos tranquila. Porque la soledad de la que te resguarda la familia, es otra. 
Quiero Buenos Aires, ir a lo de mi mamá, comer bizcochos de la lata, tirarme a leer el diario impreso, comer su comida. Hija por un rato.

Cuando estoy rayada (lo que también sabemos pasa seguido) pierdo el poco ángel que tengo habitualmente. No soy ni simpática ni agradable ni inteligente ni divertida. Soy equis. Más equis. Claro que sigo siendo xx. Bueh, voy a ver qué onda con España.
Y a trabajar mientras.
Después haré algo rico para mañana.
Y no sé si saldremos de casa. Hoy por ahí mejor quedarse en la guarida.
Marido no me da pelota.
En fin. Chicos.
Así las cosas.

2 comentarios:

majoono dijo...

Ser hija por un rato, que necesario cuando uno cuida a sus niños siempre, casi sin corte, en definitiva un poco de feedback, que te cuiden a vos!

Maggie dijo...

eso de que nos cuiden es necesario de vez en cuando. La necesidad es más fuerte todavía cuando no tenés esa opción a mano. Sin dudas, la distancia agranda ese sentimiento.

Besos (de otra desmadrada),