miércoles, 1 de septiembre de 2010

Back to back to school night

Me siento pésimo. Náuseas. Sabemos que no puedo estar embarazada por lo que puede ser:

a) Contractura cervical
b) Poca ingesta y algo de tabaco
c) El viaje en taxi a la escuela que me mareó
d) Los anteojos

Lo del taxi me mató. Pobres mis hijos, de verdad. Van atrás en el coche que es lo peor del mundo y encima conmigo al volante que soy una terrible bestia peluda manejando. No sé cómo aguantan.

Me bajé y vi a Diego muy sentadito en la charla sobre las nueva escuela de fútbol del after school. Como el tema le preocupa, se lo legué. Saludé a algún padre perdido. A uno le dije que estaba muy demasiado flaco y la ex mujer después me contó que lo dejó la novia. Creo que debería callar todo lo que pueda. En realidad, eso hice. El contraste entre Mr Andrew y Miss Tere fue demoledor. Primero tuvimos con él que es el titular del salón de Coco. Es de Detroit, es su segundo año en México, juega al rugby y es todo copado, les pone música en el aula, les lee, los hace escribir, le hizo llevar una plantita. Los chicos lo aman. Tiene 27. Estaba un poco inquieto porque teminó 10 minutos antes de lo acordado. Lo único que necesito criticarle es el enorme agujero en el lado derecho de su campera que no pude dejar de mirar en toda la junta. Macho: no da.
Por el contrario, el monstruo de español te dan ganas de salir corriendo. Nos preguntó padres de quiénes éramos y cuando le dije Simón (el más alto, rubio y charlatán de toda su generación) NO lo ubicaba. Loca: pilotealo. Marido y yo quedamos en la primera fila, a cincuenta centímetros de la vieja que se pasó la media hora haciendo una suerte de stand up infame. Todos los padres se reían menos nosotros dos lo que seguramente garantice el odio hacia el pibe los 200 días de clase pero ni modo. Dijo una sarta de estupideces extremas y la remató cuando invitó a los padres a hablar de sus profesiones y a las madres a que hagan "un platillo frío". Hijaderemilputa. Igual: callé. Con no reírnos sobraba. Por lo demás, saludé a las madres de siempre, intercambié unas pequeñas conversaciones y me fui con marido tan ajena como siempre. De todas maneras, me gustó más que otras veces. Que mi hijo sea capaz de entederle perfecto al gringo pilas no deja de sorprenderme. Y habla inglés con mucho mejor acento que nadie que conozca en Buenos Aires. Mirá la que te tiro, eh. Casi que me dieron ganas de quedarme.

Por lo demás, no mucho. Laburé poco (seh, pajera mal). Salí un rato al parque y entre los tantos mails que contesté estaba uno con datos sobre México para una Argentina. Porque no está bien que lo diga pero soy la señorita favores. Te digo que hasta disfruto haciéndolos. Aunque sean deformes. Resulta que a la mañana me llama madre de compañera de Simón, directora de RRHH de una empresa que tiene filial en Argentina y después de hablar bien de mi hijo un rato (porque comparte camión con sus hijas- igual es cierto que mi hijo es bastante particular, al menos acá) me dice que me va a pedir algo y que tengo derecho a decir que sí. Me cae bien. Es bastante cara de orto, masculina y un poco mala onda pero nos llevamos bien hace ya unos años. Es de las que me cuentan de sus novios cuando ingado (ser separada no está del todo bien visto en esta sociedad aún). Bueno, eso, me pidió que ayude a un prospecto que quiere mover al DF con datos generales. Mañana le escribo el segundo mail. Por mi acertividad le pareció que debía poner una empresa de relocation. Sí, ya lo dije y lo repito: soy mucho más eficiente de lo que parezco pero me falta un poco de iniciativa y ser relocator ni te cuento el nivel de interés que puede llegar a despertarme.

Bueno, me toca segundo capítulo de la 4ta de Mad Men. No nos atrapó tanto.
La semana que viene me toca Back to school de Roberta. La lucha continúa.
En fin, chicos.
Así las cosas.
(repuntadas desde la mañana, claro)

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