domingo, 12 de septiembre de 2010

Hace años que no estoy tan aburrida. Y no hablo del día a día, del hora a hora, hablo en términos generales, lo que siempre es peor, claro. Milo llora aunque debería estar durmiendo la siesta hace una hora. Marido se fue con los chicos al club. Estoy en camisón, adentro de la cama y ya leí lo que me interesaba de los diarios que no fue demasiado tampoco. Como si el mundo acompañara mi hastío (aunque posiblemente lo cause), nada me despierta mayor interés. Al rato me bañaré, me vestiré y posiblemente camine hasta el club. Dormí mil horas, profundamente. Después de hacerle cena a tres varones de 8 años, de platicar con madre de uno que, como todos, se instaló en la cocina a contarnos de su vida y a que le tiremos tips. Marido y yo tenemos un imán muy particular. Roberta se fue a dormir a lo de Lisa pero a la media hora recibimos el llamado temido y tuve que caminar bajo la lluvia a buscarla. Marido había ido a llevarla. Logré que se fueran a la cama y pusimos The invention of Lying. Bueh. Una comedia romántica pergeñada por Gervais para redimirse. Está bien, yo posiblemente haría lo mismo. Pero la premisa primigenia es falaz. La gente no sólo no miente sino que dice todo lo que piensa. Y eso no es lo mismo. Eso implica falta de filtro, de superyo, de represión o como quieras llamarlo y es lo que genera el efecto gracioso. Los personajes son los mismos que en Extras sólo que la gordich es reemplazada por una hermosísima Jennifer Garner. Muchos cameos de famosos haciéndose los cancheros en una película en la que un loser inventa a dios. En fin. Gervais, mucho no te soporto. La idea no está del todo mal pero no tiene mayor gracia.
Por lo demás, NADA. Hay cosas que tenés en la cabeza y dejás de tener y el entusiasmo vital se pierde en caída libre. La felicidad pasa por los lugares más insospechados. O el entretenimiento.
Más en fin.
Más así las cosas.
Aburrida.

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