sábado, 11 de septiembre de 2010

todavía tengo corazón

Veo las fotos de Josefina, la hija de Flor que nació hace menos de 12 horas y me enternezco. Se la ve divina y las fotos familiares me emocionan. Como dijo D una vez, contra la familia nadie pudo. En fin. Estoy chivada, con la joggineta gris enorme, la musculosa naranja a punto de romperse (un temita con el bretel que podía dejarme en tetas en cualquier momento), esperando que Milo se despierte para llevármelo al club. Hice un rato de la clase de zumba patria. Estaba el profesor de siempre y dos mastodonetes reggetoneros que me arruinaron el sábado. Este debe ser el único país del mundo en el que las profesoras de gimnasia con gordas. No se entiende. El reggeton y yo no nos llevamos nada bien, en cambio la salsa la piloteo mejor. Pero soy muy muy aparato. Además, hago la clase con anteojos puestos (si no, me da dolor de cabeza) y mis zapas fluo que, por cierto, son un hit. Todo el mundo me las elogia. Después me subí unos pocos minutos a la elíptica pero me vine a casa así Dany se puede ir. Marido tuvo que llevar el auto a arreglar. Anoche fuimos a comer unos tacos por acá (yo en realidad me clavé dos kekas y marido un alambre de chuleta y queso que no sé cómo es capaz de digerir) y a la vuelta un pelotudo, en la puerta de casa, dio marcha atrás estampándose MAL contra el auto. Encima, sin seguro. Con una camioneta gigante y sin seguro. Un venezolano recién llegado. Pésimo. Mucho mal humor. No sólo porque le reventó el capó en la maniobra más imbécil sino porque ahora no sé cuánto tiempo sin auto. Cualquiera. Después vimos una peli, bah, vi yo, marido la roncó desde el minuto quince y nos acostamos temprano. Igual, nunca duermo bien. Él sí. La perspectiva del finde me resulta chata y aburrida pero peor la perspectiva de los 5 días sin clases a partir del miércoles. NO DA. Escuchame, eso no se hace. No sé. No quiero. O quiero Buenos Aires. Es tan obvio que esta semana deberíamos estar allá. Ni que hablar de que íbamos a estar en Europa y no tengo ni idea de qué pasó con eso. Babia. Vergonzosa. En fin. Estacados en el DF con cero planes y pocos amigos. No pertenezco a esta ciudad.
Así las cosas, chicos.
Llanas a pesar de la topografía.

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