jueves, 2 de septiembre de 2010

Y de repente el cielo se encapotó y empiezo a ser un poco menos feliz a pasos agigantados. Uh, creo que tengo que ir a intercambiar info con Mariel, la profesora de piano de los chicos. Debería también ocuparme un rato de mi hijo menor y tal vez ingerir algo, tengo acidez. Vino Xime a comer, espléndidas y luminosa. Bien ahí. Nos gusta el amor. Lo sabemos. Bueno, y sus aristas en cierto sentido nos apasionan. A veces también nos entristecen.
Empiezo a dudar sobre mi decisión. Va a llover: la ciudad se vuelve un caos. Estuve encerrada toda la semana: me va a salir moho. El carácter se me va erosionado. Más que el carácter, el roce. Uf. Marido me invitó a Miami de lunes a miércoles pero no me da para irme. Dejar a los chicos sin la rutina escolar bien aceitada (y ni hablar de que es ya) me parece impensable. Iré en diciembre. Eso me entusiasma un poco. ¿Qué estaría haciendo en Buenos Aires? Bueno, hoy justo hoy, seguramente estaría en el Filba. pero en general, no sé. Tengo que bajar, efectivamente. Una cierta melancolía que se expande. Mm.
(a veces pienso que son pocas, poquísimas, las personas que quieren saber realmente sobre el otro- sobre mí, claro- supongo que de todas maneras no tiene importancia).
En fin. Soy yo, qué esperamos.
Así las cosas.
Un poco nubladas.

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