sábado, 4 de septiembre de 2010

Es demasiado temprano y yo estoy despierta hace rato. De hecho, debo llevar dos horas y no dormí más de cuatro. Creo que, simplemente, no estoy cansada. Ayer vegeté todo el puto día. La mitad tirada en la cama (o más). A las 8 le dije a marido que mejor fuéramos a cenar algo afuera, que probáramos la parrilla nueva. Me dijo que llamáramos a alguien así que produce programa con Pau y Giorgio. Parece que se come bien pero no puedo dar mucha fe. La arrachera que compartimos con Pau picaba (sí, juro que picaba no sabemos si por algo relativo a un chile o por exceso de pimienta- mi teoría). La cuestión es que nos trajeron otra pero yo ya no tenía ninguna intención de comer nada hacía 40 minutos así que se la manducaron marido (que ya se había comido un vacío entero con papas a la provenzal) y Jorge. Igual estuvo bien. Volvimos temprano y pasamos otros cuarenta minutos intentando abrir peli hasta que finalmente lo logramos. Una de mierda de la cual hablamos durante la comida. De todas maneras un poco me angustió. Claramente el consumo aspiracional no me interpela pero pienso: ¿qué sí me interpela? En fin. A como sea se hizo tarde, marido se me durmió encima y yo tardé un rato más con la cabeza maquinando a full.

A las 3 y cacho bajé a hacerle una mamila al bebé y me clavé unos cuantos pedazos de tarta de atún que había hecho ayer con coki para bajarlos. Bastate bulimic, claro. Pero se ve que tenía hambre.
A las 7.15 se despertó el bebé y empezó la seguidilla. Cuando me lo traje a la cama pensé que somos mucha gente viviendo en casa. Mucha. Pero también me di cuenta de que es algo a lo que siempre estuve acostumbrada. Llegué a la familia siendo la quinta. Siempre hubo alguien que ayudara en la en los quehaceres y después se sumó el kinder así que fluctuábamos entre ser seis o siete.Nunca fuimos menos de cinco en mi casa de origen. Pasé de ese contexto directamente a vivir con marido. Sólo siete meses. Ahí ya fuimos tres y el crecimiento demográfico fue acerelerado y contundente. Nunca viví sola y no sé ser sin gente. Ahora: por ejemplo, no quiero luchar contra cosas como el uso de los aparatos dentales de hijo mayor. Jamás mi madre tuvo que luchar conmigo. Jamás tuvo que preguntarme si quiera si los tenía o me los ponía. Lo hacía naturalmente. Jamás tuvo que ayudarme con una tarea. Al mediodía me preguntaba si tenía y a la tarde si la había hecho y la respuesta siempre era sí. Creo que ni siquiera miraba los cuadernos (excepto el de comunicaciones, claro). Está bien que yo siempre fui un aparato sin control. No quería faltar nunca al colegio. NUNCA. Mis hermanas me decían sarmientito y mi madre, algunos días de tormenta, intentaba convencerme de que quedarme en casa era una buena opción. No para mí. En el secundario nunca llegué a necesitar las faltas suplementarias (tenías 15 + 4 y 1/2 antes de quedarte libre). No llegaba ni a usar las 15. Nerd. El tema es que soy nerd para las cosas sin contenido.  Tampoco jamás perdí llaves, billetera ni celular. Arriar en ese sentido me desgasta enormemente. Las obligaciones se hacen porque se hacen. Punto. Acá no parece estar del todo asentado el concepto.

Hace un rato le canté Seminare a marido haciéndole mimos y me sacó a las patadas al ritmo de: en quince vemos, ahora toca descansar. Ahora lo tengo acá, haciéndome piojito en la cabeza, pretendiendo ser bueno (ya no, el Ipad es más tentador que yo).

Whatever. Iré a hacer gym a pesar de sentirme mal. Mi cuerpo pide acción si no, seguiré insomne eternamente.
Ahh, por último: mi madre termina las conversaciones ao vivo con un "así las cosas", me di cuenta hace unos días. Si es causa o efecto, no lo sé (creo que tal vez sea causa inconciente, eh).

Veremos si marido cumple promesa de llevarme a comer mariscos a La ostra, tengo antojo hace unos días.
En fin.
Así las cosas.
Welcome to the weekend.

1 comentario:

Unknown dijo...
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