jueves, 9 de septiembre de 2010

Estoy hecha torta y son las 9.30am.
Marido llegó a eso de las 11pm después de que terminara el capítulo de The Wire y el libro correspondiente. Sabemos que marido es una cosa increíble, le hacemos siempre buena prensa porque se la suele merecer (claro que tiene sus muchos dark sides pero en términos generales no podemos pedir nada mejor) y en este caso lo aplaudimos por ser el más divino y traerme una billetera, un colgante, dos remeras y unos lentes de sol. Marido siempre me hizo muchos regalos y suelen ser los objetos que más quiero. Cuando en febrero del 2001 lo fui a ver a Miami (lo había visto 4 veces, literalmente, y a los 23 me tomé un avión con mis ahorros y me fui dos semanas a ver al pibe que me había volado la cabeza) me esperaba con un anillo de plástico verde, con un corazón que se prendía, un pañuelo divine y ropa interior de san valentín. La contrapartida soy yo: un desastre para los regalos, cero detallista, etc, etc (cuando intento pensar en mis virtudes empiezo a tener blancos). En fin. Bajamos y comió algo, me hizo el reporte completo de los tres días y después se durmió con todo su ser sobre mi persona hasta que lo eché con golpecitos suaves porque entre el peso y los ronquidos no iba a pegar un ojo. Tardé un rato igual. Dormí mal y a las 5am el bebé se despertó con tos y molestias, me lo traje a la cama y después le hice una mamila. No dormí más. A las 6.30 toda la fuckin ceremonia de hijo mayor y blah blah blah. A las 7.35 salí una vez más para el colegio, le tuve que contar un par de cosas sobre Roberta a Miss Susy en inglés (que por cierto le chuparon un huevo) y me volví cantando para encontrar a marido en pleno desayuno (hizo el amague de levantarse para venir pero lo eximí, aunque no parezca soy la buena onda con patas) y ahora simplemente quiero amebear pero tengo dos fuckin pollos orgánicos crudos que tengo que debo volver comida y laburo atrasado. Tita está en casa y yo sólo me quiero ir. IR. En el sentido más amplio del término y se lo dije a marido mientras se despedía largamente (le gusta que yo le haga compa mientras se va yendo, cosa que no hago jamás pero hoy me agarró blandita).
Ir y quedarse y con quedar partirse. Quién no se acuerda ese verso, ¿no?
En fin, chicos.
Nada. Eso. Poco. Todo.
Hay sol.
Tengo ganas de leer algo increíble. Tengo ganas de ir a Buenos Aires y comprarme muchas novelas de compatriotas contemporáneos.
Pero me voy a recomenzar el día.
Así las cosas.

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