martes, 31 de agosto de 2010

¿Alguna vez jugaste a parecer famoso? A mí, cuando vivía en Buenos Aires, me gustaba mucho. Es sólo ponerle actitud y caminar como si tuvieras aura. Te juro que funciona. Groso. La gente te mira preguntándose si te vio en la tele. Bueno, según mi muy subjetiva y deforme perspectiva, claro.
Acá no puedo jugar porque no camino por la calle. Además, seguro no parezco famosa, parezco un et. Pero hoy hubiera sido un buen día y se ve que tenía un poco esa energía. En el ascensor un pibe se me queda mirando. Sonrío. Y miro para otro lado. Quisiera gritarle: disculpame, ya no me acuerdo cómo convivir en estas situaciones, sabés, vivo en el suburbio. Igual es un piso, yo voy al cuarto.
E es muy buena onda pero tiene mala cara. Le pregunto qué le pasa, no puedo evitarlo. Presión. No hay tiempo, tiene una junta. Se termina la plática. Una pena.
Pero antes me dice que no me va a dar algo porque es un insulto a mi inteligencia. Le agradezco el cumplido mentalmente pero pienso que mi inteligencia no tiene mucha dignidad y en todo caso se defiende sola y que mi bolsillo anda bastante necesitado. Después pienso que no voy para ningún lado, que tengo que cambiar de rubro. Como dice Domi, debería tener una pyme. Soy extremadamente operativa, es cierto. El problema es el contenido: ¿qué pyme podría tener cuyo giro no me deprima? No lo sé. Acepto sugerencias.
Salí temprano y me fui al Starbucks de Horacio, al que iba de vez en vez cuando laburaba en la productora. Pedí un vainilla late o algo semejante, con leche light, por suerte no tuve que decirle no a la crema batida porque tengo el sí fácil. Y cuando estaba buscando dónde sentarme, miro para arriba y veo a Andrea en una mesa. Subo riéndome, le digo de dónde vengo y me dice que ella también. Le estaré eternamente agradecida por haberme dado una mano. Hablamos un rato. Le digo que así no nos vamos a enriquecer nunca y coincide. Le digo lo que pienso siempre: tal vez mi cuota de suerte esté cubierta. Es cuasi un milagro que yo tenga un marido que me soporte. Puede que no tenga que pedirle nada más a la vida. Nos despedimos pero quedamos en vernos. Entretanto me llaman del colegio de Tita diciendo que vaya a buscarla más temprano porque le duele una muela (?). Jamás en su vida se quejó del dolor de muela. No da. Pierdo un poco el ánimo Powerpuff girl que venía teniendo al buscarla bajo la lluvia y después hacer la cola en la primaria. Son cosas que no.
Me siento a comer después de dos días. Carne con arroz. Comer en mi casa me aburre. Comer un poco me aburre. Estoy más flaca. La dieta funciona. Ser flaca me mejora el humor. Me pone de buenas, como dijo mi madre. Es cierto. Es como si se instalara una felicidad basal. Una mejor plataforma para todo el resto. A ver si me dura.
Ahora a laburar un rato. Disfruto los últimos días sin actividades extraescolares. Tita está con Feli y Simi se fue a lo de Dante, Milo anda por ahí. Como todos, es bastante independiente.

Bueno, eso, chicos.
Así de pavas las cosas.

2 comentarios:

Penelope dijo...

Deberias poner algun tipo de pyme de comida, catering o algo así.
Me parece que se te da bien cocinar.Igualmente no necesariamente deberias cocinar vos.

Mara dijo...

Hola Julieta! Ayer fue BlogDay, y recomendé a tu blog entre mis cinco preferidos! En mi blog o blogday hay instrucciones de cómo seguir, por si tenés ganas!
Besos, Mara