martes, 31 de agosto de 2010

Tuve insomnio de 2.30 a 5am. Pequeños y esporádicos ataquecitos de angustia. Feo. Alternado. Me desperté porque Roberta estaba en la cama y se quejó de sed. Bajé a buscarle agua y nunca más logré dormirme. Ella se fue a su cuarto y marido siguió con su sueño poco sentador. Marido está un poco límbico. Desde ayer pienso en las fases conyugales que son continuas y diferentes. Estoy demasiado inmersa como para poder descrifrar qué pasa realmente pero el tema me interesa, claro. Pensaba estos días en los primeros años, cuando nos llevábamos pésimo, nos peleábamos sin parar, era insopor estar con nosotros muchas veces pero también era gracioso muchas otras. Duró unos cuantos años. Toda mi energía puesta en él. Creo que tiene un poco que ver con la edad de los hijos, cuando son chicos todo es muy estresante y se pone mucho en juego todo el tiempo, después se van independizando y uno retoma su camino. Hace dos años, desde que no trabajamos juntos, somos casi normales. Nos peleamos lo mínimo indispensable. Pero también la conexión a veces es menor, supongo. Yo le saqué la mirada constante. Se pierde un poco de pasión (y no hablo de sexo) para ganar tranquilidad. A veces extraño un poco esa intensidad pero la mayor parte del tiempo agradezco que las cosas sean distintas. También debe ser la edad. Nada es igual después de los 30.
De todas maneras, a las 7 (momento en que el que se levantó retorna al lecho media horita más), marido me pone alguno de sus pesados miembros encima (jamás me podría haber casado con alguien liviano, el peso me es muy significativo) y yo siento que esa es la felicidad (ya sé que lo digo siempre pero es tan concreto e infalible).

Por lo demás, la panza ahí sigue, un poco resentida. Pero me voy al gym, a mover el orto porque le urge a mi espíritu. Marido tiene que dirigir show por acá arriba así que fue a dejar a hija al colegio y vuelve. Puede que no me lo cruce.  Ayer vi dos capítulos y cacho de The Wire, todavía no sé qué pensar. No leo una página impresa hace días. Muchos días. Estoy pensando en si no serán semanas (claro que fuera del trabajo digo). Cabeza explotada. Año duro. Igual pilas.

Me tocó las 6.30 a mí. Camilo se pliega al madrujage y a esa hora ya está hiper pilas. Tita en cambio a las 7.30 llora porque tiene sueño. Está clara la diferencia entre mis hijos varones y mi hija mujer.

Quiero decirles que: yo tampoco me puedo creer que tengo 3 hijos. 3...tres. TRES. Mucha demanda constante. Pero hoy no me quejo, eh. Me parece hasta copado. No, no tengo ni idea por qué pegué esta suerte de buen humor. Sorry.

Bueno, me voy. Aunque aguante poco la perspectiva de sauna me resulta muy genial.

En fin.Chicos.
Así las cosas.
Normales.

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