jueves, 19 de agosto de 2010

sobre golpes de suerte y demás deseos

Antes que nada quiero elevar una queja al comité de adelgazadores porque no puede ser, bajo ningún concepto, que no coma casi nada en todo el puto día (desayuné una quesadilla, un café frío a media mañana, a las 4 un pan con queso y a las 9 un poco de cous cous y de berenjenas picadas) y engorde 100 gramos. Es cualquiera. Fue por el bajón, estaba sin ganas de nada, menos de comer.

Es cierto que hace dos días que no hago ejercicio, fue una semana muy floja a ese nivel pero no pude por h o por b (que son las iniciales de mi señor padre y por eso me gusta usarlo). En fin. Acabo de desayunar, ya estoy bañada y cambiada, lista para ir al colegio a comprar libros y uniformes (te querés matar). Después, dermatóloga con Coco. Sí, sí, ya sabemos mi vida es una montaña rusa. A la tarde baby shower at Domi´s.
Un rato después del pan con queso cayó Pau, justo en el momento en el que el día se desbarrancaba junto con mi espíritu hacia aguas más fangosas aún. Porque el pozo siempre puede ser más profundo, eso también lo sabemos.

No probé, obvio, ni una de las donas que trajo ni tampoco mi ánimo levantó mucho mientras estuvimos en la cocina, tomando café (me sigue cayendo como el orto) y juntando todo lo que los bebés tiraban una y otra vez pero arriba, tiradas en el cuarto de los chicos, de repente sentí que las cosas podían cambiar. Es una esperanza que me agarra seguido, eh. Un halo de optimismo que me dura un rato y después vuelvo a la normalidad. La angus igual se deshizo hasta hoy a la mañana, cuando me di cuenta de todo lo que había que oblar y el nudo se vuelve a formar de inmediato. Durante la cena le dije a marido que no entendía por qué yo no era esas personas a las que de repente le pasan cosas buenas, caen propuestas de no se sabe dónde, etc. No, todo lo contrario. Qué pena. Él piensa que tampoco pero le di dos ejemplos de su vida laboral que fueron sorpresas gratas e injustificadas y me dio la razón. A mí está claro que nunca me va a pasar. Los golpes de suerte no son lo mío.

Después llegó Jorge por un malentendido y nos sentamos un rato a que se tomara su leche fría con una dona. Antes de que se fueran le dije algo que pienso más que nunca: lo único útil es pensar el propio comportamiento porque es el único que podés manejar. Lo creo fervientemente.

Y no mucho más. O sí. Cansancio. Vimos una peli. Después...bueno, cosas que no están buenas, parte de nuestra vida. Y hoy, ahora, sol y salir temprano y las vacaciones que se apagan. Repito una vez más: detesto la rutina escolar. Detesto despertarme a las 6.40, armar lunch, buscar hijos, hacer tarea. Lo odio con toda mi alma. Llevar y traer de actividades. Me liquida.

No me quejo más. Al final todo, lo sabemos, es una cuestión de perspectiva y de percepción. Desearía podes sacar el lente melancólico que hay entre la realidad y yo pero no encuentro el manual de instrucciones.

En fin, chicos.
Así las cosas.

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