miércoles, 18 de agosto de 2010

indignación + insomnio + angustia= yo

Mala ecuación, lo sé.
Marido cayó temprano con unas zapatillas de deporte alucinantes que me vienen genial porque las mías tienen 5 años y están literalmente rotas (uso todos los días las mismas).
Reservó en el Pujol. Se supone que es uno de los top de cocina mexicana con twist pero fue indignantemente malo y desilusionante. De entrada láminas de aguacate con camarones, un gusto cualquiera, a marido le sale mejor, posta. Él pidió un tamalito de huitlacoche con una salsita de no sé qué que no valía nada. Antes se tomó un campari y después una copa de vino. Yo, bueno, ya saben: coki light. De principal me trajeron un pescado envuelto en hoja santa con menta, plátano y una salsa de leche de coco. Lo más soso que comí en mi vida. Increíble. Cualquiera. El lugar ruidoso, con detalles que estaban bien y unas lámparas infames que no se entendían. El servicio malo. Marido pidió una barbacoa de cordero bebé o algo así, no la probé pero tampoco valía nada. Obviamente le comenté al mesero todas mis críticas pero no se hizo eco. No comí pan y sólo probé una mini trufa de chocolate oaxaqueño. Marido se comió el resto de los bombones. El abismo entre Biko y esto ni lo voy a comentar, de un restó en el que comés increíble y todo sabe rico y novedoso a este bluff pretensioso pasamos por Astrid y Gastón a donde fuimos para nuestro aniversario del año pasado. El lugar es por lejos el más lindo. La comida no me convenció en su momento pero debería volver a ir para un veredicto más acabado.

Entretanto, a la tarde comí con Domi y Cristina, su madre, que nos invitó al Contramar. Estuvo más que agradable, creo que me salvó la semana. La tostada de atún como entrada estuvo deliciosa, el filete con el mojo de perejil un poco soso y las verduras al vapor demasiado crudas. Comí poco. La voluntad no ceja, quiero volver a ser yo, esa persona que pesaba 56.5 (digo, no pretendo ese peso con más de seis años encima pero sí recuperar la disciplina).

¿Viste que suelo quejarme del carisma negativo cuando tengo el magnetismo en baja? Bueno, ahora me quiero quejar del aura prendida. No es personal pero empieza a darse un fenómeno de gente que se instala en mi casa, que pasa y se queda y yo no entiendo bien por qué. Igual, pongamos que no me quejo.

Entre la comida y la cena salí al parque con los chicos. Estaba Lisa. No la veía hacía mil. Me río con ella, el 20 de diciembre finalmente se va a vivir a Palo Alto y me doy cuenta de que los vamos a extrañar. ¿Por qué si una era se termina nosotros seguimos acá? Quiero, necesito mover.

Estoy MUY angustiada. Pero angustiada feo. De agujero negro en el plexo solar. Insomnio de 3.20 a 6. Terminé de leer La pasión según GH y me hizo pensar mucho en mi juventud, en mis lecturas de otras épocas, en mis pensamientos, en cómo lo concreto gana terreno. O como la angustia y las reflexiones mutan. Necesariamente. Antes de leer pensé mucho en todo. Pienso y re pienso, busco otros temas para tapar los que me alteran. Le digo cosas a mi interlocutor, me convenzo de algo y después de exactamente lo contrario. Marido, dormido, se me tiraba encima, una brazo, una pierna, el aliento a sueño sobre mi cara. Nunca se enteró siquiera que prendí el velador. La última vez que miré la hora eran las 6am. Y tardé un rato más. Ahora el cansancio es mal compañero. Necesito otro aliado. La hiperactividad podría ser uno pero no es el caso. Ir al super y leer lo que tengo que leer no suponen un respiro. Padres llaman desde Londres. Recuerdo que la abuela mañana cumple 99.

Campos semánticos adversos se configuran en un universo femenino. Escapar es la consigna.

Ay. Tanto cansancio y angustia. Quiero dormir eternamente.

En fin. Me extendí.
Así las cosas.
Revueltas.

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