Sobre película infantil, bailar y muchos hijos

Marido vino conmigo y los 4 niños a ver Mi villano favorito. Los dos grandes y Feli y Juana que me agradecieron la invitación (esos detalles me pueden). Es tierna y tiene muy buen arte. Hace más de seis años que veo pelis para chicos y todavía me quedan muchos por delante. A veces está bueno, a veces te querés matar. Cuando terminó me agarraron unas irremediables ganas de llorar. Hace días que pienso que no encajo. Bah, nunca encajé en ningún lado. Poco grupo de pertenencia. Soy de las que nunca se sienten del todo parte, jamás hago match en los espacios laborales, siempre un poco sapo de otro pozo y siempre por motivos diversos. Sólo comodidad con ciertos grupos de amigos, con mi familia de origen y con el núcleo duro, claro. Sentir mucho que nadie me quiere, o basurita o autoestima en el tercer subsuelo. Por otro lado, subimos y entramos al Mac store a jugar con los ipads. Bailo y canto en el ascensor repleto. Hijo mayor quiere teletransportarse. Amiguitas se ríen de mí y no se avergüenzan. Marido me deja ser. Ahora se fue a enmarcar no sé qué y a ver pantallas planas, parece que caeremos en una de 52. De repente le parece: imprescindible. A mí, como casi todo, me la pela. En fin. Tal vez vengan Domi, Lalo y su amiga Fresia a comer el famoso lenguado. Debería ir a pelar papas para improvisarlas a la crema. Pescado y papa siempre se llevan bien. Igual, chicos, ahi voy eh. Repuntando.

Así las cosas (excepto el teclado del orto, la compu de escritorio y su gran monitor, me estarían cayendo bastante bien).