lunes, 30 de agosto de 2010

lunes, nublado, dolor de panza

A la tarde fuimos con Ale y Pau a lo de Ile y decidí que después de dos semanas necesitaba azúcar en sangre. Excepto por dos cucharadas perdidas de helado el sábado anterior no probaba nada rico hacía más de quince días. El humor, en esos casos, comienza a empeorar en caída libre. Así que me desboqué con unas galletas cubiertas en chocolate más un sandwichito de jamón y queso en mini chapata. Y jugo de frutas. De todas maneras, ahora dudo. Simón también se sintió mal, con náuseas y dolor de cabeza. Pero después se la pasó. A mí no. Desde ayer tengo un dolor de panza horrible. Constante y sordo. Pensé que mi cuerpo no estaba pudiendo digerir por la cantidad pero ahora creo que es otra cosa. Whatever, acá estoy, sin poder hacer gimnasia. Teniendo que trabajar y hablando de ultra ex ex compañero con Fer vía chat. Coincidimos en que está llevando bien los años con pelo y sin panza. Siempre fue lindo, decimos. Igual, por lo general, a las mujeres les importa poco la gordura y la falta de pelo en los hombres. Pero no es recíproco. En fin.

Justo hablamos de celos, algo que venía pensando hace unos días por defecto. Yo no soy celosa. O no lo soy particularmente y me alegra. Es como un alivio. Dejar pasar una. Simplemente: no pienso. No me interesa perseguirme. Me aburre. Pero es incontrolable. Sos o no sos. Me da pena la gente que sufre por eso.

Estoy con poco ánimo de escritura. La panza se me retuerce, es lunes, la casa es un asco, Dany llegó hace unos minutos, tengo que terminar un laburo, ir a la psico, llevar a Milo al cirujano, forrar dos libros que me quedaron sueltos. Etcétera.

Ya hay cosas de las cuales no me acuerdo. No son las drogas (oh, claro que no), es la maternidad.
Bueno, dejemos las pavadas. Me voy a bañar.
Así las cosas.
Tiraduchas.

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