miércoles, 25 de noviembre de 2009

franja de popularidad

Ayer hasta la noche no tuve contacto directo con ninguna persona mayor de edad. Increíble. Nulo. Lo busqué a Simón en el auto y recién cuando llegó Diego hablé con un adulto. Raro y poco sentador. ¿Será por eso que soy tan popular en la sala de mi hija? Fui a la open class, creo que había ido sólo una vez a la de Simón, en tres años. No soy ese tipo de madres. No sé qué tipo de madre soy, tampoco. Del colegio me fui al super, hice una compra grande y tardé mucho. Necesito desalienar o alienarme, trabajando. Pero claro, justo cuando creo tener el impulso, tengo cosas que hacer. No pude ir al gimnasio ni pude trabajar. Ahora, brevísimo intervalo en casa, cambié al bebé, le intenté dar la teta, lo puse en su cuna pero está llorando a moco tendido. No me dan las manos. Jobis está a full guardando las cosas que traje y yo, entonces, no puedo hacer nada. Escribo con el quejido de fondo y tendré que ir a rescatarlo.

Así no puedo. Te repito: yo no nací para esto. Algún mini plan para el año que viene. En este tiempo de descuento tampoco puedo hacer demasiado. A la tarde, además, voy a ver a Coco jugar al fútbol y es la fiesta de Dana, acá en el parque. A la noche a ver si logramos programa, o salgo un poco o se pudre todo.

Eso sí: Buenos Aires, allí voy.

De las reflexiones cotidianas, una pregunta: ¿cuándo me volví tan impune? Soy capaz de decir y/o hacer cualquier cosa. Lo pensé chatiando con Fer. Sería muy capaz de escribirle a un candidato que se enamore, que ella es lo máximo, que no la deje ir. Por suerte, no tengo el mail.

En fin. Voy a sacar a mi vástago de su encierro y al rato me voy.
Así de domésticas las cosas.
Hueva!

No hay comentarios.: