lunes, 16 de noviembre de 2009

¿por qué nos casamos y reproducimos?

¿Por qué, además, hay reincidentes? Este fin de semana, largo por cierto, no pude dejar de pensar en esto. ¿Qué es lo que esencialmente necesitamos como seres humanos que nos lleva a soportanos, día y noche, crítica tras crítica, año tras año, hijo tras hijo? No, chicos, no tengo la respuestas. Sólo sé que la permanencia puede ser un camino duro, durísimo. Y muchas veces, lo dicen las estadísticas, insostenible. Yo, que soy aguantadora, acá estoy, ocho años después, haciéndome esta pregunta. Más me sorprende cómo se soportan las parejas sin hijos. ¿Por qué? Y después entiendo que la intimidad que te dan los años de pareja tampoco se compara con nada. Es una obviedad que los casados muchas veces añoran la suerte de los solteros y viceversa. Yo sé que no sirvo para estar soltera. Ese hueco y yo no nos llevamos bien. Aunque, seguramente, si le preguntás a mi marido, te diría que tampoco sirvo para estar casada. Hace días que no me soporta y lo peor del caso es que, esta vez, es completamente injusto. Alguien me dijo que amaba a su mujer profundamente. Fueron las palabras más dulces que recibí en mucho tiempo. La gente suele escupirte en la cara su hastío, no su amor. Jamás mi marido dice esas cosas de mí. Creo que no las siente. De hecho. Es un poco triste pero cierto y ya no me importa. La vida te lleva a no esperar nada. No, mentira, yo espero todo pero me conformo con lo que hay. Parece que los humanos creemos cambiar, evolucionar, pero no es cierto. Ninguno.
Hay una máxima que adoro sobre el matrimonio, una máxima que hace que mi matrimonio siga existiendo y es una máxima de mi amiga Merin: no hay mujer que no se convierta en una rompehuevos después de los hijos. Tampoco, sépanlo, ninguna. Es inherente al matrimonio y la maternidad. Debería preguntarle a Merin si lo sigue sosteniendo, ahora que pienso.
Por lo demás, no tengo mucha voluntad de nada. Diego le pidió a google que le dejara probar el google wave y se lo concedieron. Yo gracias que puedo con lo que tengo.

Y acá seguimos, casados, hartos a veces, contentos otras. No fue un buen finde y si me preguntás, tal vez, hubiera querido salir corriendo. Pero ya lo dije, creo en la permanencia y en la trascendencia de las relaciones. Y eso, aunque paradójico, me salva. Sobre todo, de mí misma.

En fin.
Así las cosas.

3 comentarios:

merylan dijo...

totalmente de acuerdo con la máxima de Merin.

Unknown dijo...

no te das una idea de cómo concuerdo contigo.... a veces es tan pero tan cuesta arriba q es super entendible la gente que manda todo a cagar... es mas dificil creo yo estar casado q soltero, o cualquier otra cosa..

Ana Celia dijo...

Desenamorarse cuando no estás taaaaaaaan enamorada y te hacen daño es un "alivio", es un placer, es algo que has deseado mil veces sin que se cumpla, es lo mejor que te puede pasar. Volver a ser libre, no llorar por nadie, no preocuparte, pasar de todo, recuperar tu dignidad, tu vida.

Pero desenamorarte cunado estás enamorada o lo estuviste mucho, mucho, mucho , no es joda... acá vienen los: es un no me da la gana que me hagas daño. Es un vení acercate un poco pero alejate antes de que me acostumbre. Es un beso corto, para que no me lanze y te coma. Es un polvo sin abrazo al dormir para no soñar con otra vida diferente a esta,