domingo, 1 de noviembre de 2009

llegando al límite

Ayer finalmente la zafé, día de club, después buscar a Coco en fiesta, quedarme un rato, que los chicos salgan brevemente a pedir dulces, Sex & the city, llegada de marido, algo de cenar y a la cama.

La conclusión del día: cuanto más pesimista y quejosa, más entretenida socialmente. La vida en rosa me vuelve aburrida y chata, la mala onda me pone más graciosa. Raro. De todas maneras, creo que prefiero estar de buenas, así ni yo me soporto. Hoy quería ir a Tepoztlan. Claro que nunca hago lo que quiero. Necesitaba salir de casa, airearme, jamás voy a ningún lado. Suburbio + bebé + nana inepta me terminaron de convertir en una esclava. Estoy muy deprimida. Por eso ganas de volver a Buenos Aires, acá ni en pedo puedo solucionarlo. No tengo las herramientas.

Mi marido se fue a jugar al tenis. Tuvo a bien malhumorarse porque yo no quiero ir. No, man, no quiero ir al club, me pasé todo el sábado ahí. No me importa que salga el sol. El factor climático, de más está decir, tampoco ayuda. Hace mucho que no me sentía tan aplastada.

Camilo llora mucho. Llora todo el tiempo, se queja. ¿Será mi hastío?

No aguanto más. Detesto la casa, detesto el accionar social de mi marido, detesto no tener un trabajo, detesto no salir de casa, detesto TODO.

Así las cosas.
Un mal día.

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