martes, 6 de septiembre de 2011

desde el lado oscuro

No debería escribir porque un poco pierdo el sentido del humor. Bajé a la Roma y cuando estaba buscando un kiosko para comprar una coki, me llaman para avisarme que se suspendía la clase (ya eran las 5.58pm cuando la clase empezaba supuestamente a las 6, un desastre). La poca entereza que me quedaba se esfumó y la sensación de tormenta se me impregnó en el cuerpo. Grisura. Llamé a marido llorando y me dijo que ya iba para casa. Una hora y media después no había llegado ni llamado. Lo llamé indignada, espinosa, minit. Le corté el teléfono y le mandé el peor mail de dos líneas que se pueda escribir. Cuando hoy me lo echó en cara vía telefónica me reí y le dije: es arte. Ja. Soy una lacra. En fin.

El fango es un lugar peligroso.

Debería ponerme a decidir qué se queda y que se va pero lo haré una vez que tenga las cajas en zona. Por estos días me mudo y de solo pensarlo la opresión sube y siento una asfixia infame. Ah, encima antes de buscar a Milo tengo que cargar nafta. Hice 45 de patinadora y pensaba hacer una clase de "ligas" pero parece que hubo un cambio en el camino porque cuando me asomé todos tenían palos y pesitas. Una contractura en el omóplato derecho me hace más infeliz de lo que todavía soy de base.

Para colmo me disfrazo de punga. Como estoy triste y destemplada, me pongo la capucha de mi buzo rojo. Ayer María me tocó la bocina de auto a auto y ahí me di cuenta de que soy una impresentable. Con calzas, capucha, anteojos muppets y ese gesto de estar ida creo que doy un poco de miedo.

En fin.
Así de farragosas las cosas.

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