viernes, 23 de septiembre de 2011

día de lluvia

Todavía en pijama escribo, con Milo agarrado a mi brazo, escuchando la lluvia que no para de caer, liviana, constante y clara. Sin anteojos no veo bien. A veces, la vida fuera de foco tiene un cierto encanto.

Marido me trajo la compu pero no carga, es desesperante. Espero para poder irme, llevar a Milo, ir al club a hacer ejercicio. Teñirme. Debería hacer un postre (o dos) para esta noche pero no creo que me de el tiempo. Aunque el agua arruina nuestros excelentes planes de pic nic. Las grandes íbamos a patinar. Ahora no sé.

Intenté hacerle un mini escándalo a marido pero no funcionó. No se deja. De todas maneras sabe que soy esposa genia. Acuerda con que si fuera linda y tuviera tetas, sería insoportable. Estar siempre dispuesta a coger (y hablamos de entre 4 y 6 veces por semana), hacer chistes, vivir en otro país y dejar todo para hacerme cargo de los muchos cachorros es, desde mi punto de vista, muy meritorio. Para él, a su manera, también.

Ahora. Fui una verdadera pesadilla durante demasiados años. Tengo conciencia. Hasta los 30/31 no entendía nada de nada. De la vida. Y tenía premio mayor en rotura de huevos a marido. Igual, algo de la inocencia extraño. El cinismo es un compañero peligroso. Marido me tuvo paciencia. Hoy se acordó por fin del día en que, caminando hacia lo de la Shama, quedamos en que ese diciembre nos casábamos. Ya estaba embarazada pero no lo sabía. El pibe algo vio.

Por lo demás: familia. El saldo de la semana sola fue muy positivo. Sin mayores gritos (excepto el martes que fue un mal día, la pobre Gaby se comió el garrón de la hora de la comida) ni sobresaltos, los cuatro solos fluimos bien.

Milo habla sin parar, gracioso y dadaísta.

Ah. Leer a Fogwill es, para mí, por momentos, algo así como leer el ideal de Literatura. ¿Entendés lo que te digo? Ayer leí un párrafo y recordé el momento exacto en que lo leí hace 11 años. Las pavadas de la teoría literaria tienen un cierto sentido: cada lectura hace del texto un texto diferente. Y cada lector.  

Los veinte son muy diferentes a los treinta. Por suerte. Uno es la condesación de uno mismo. Concentrado.

Bueno, eso. Eh.
Not much.
Ah: mandé un montón de mails que no fueron contestados y no puedo saber si es por falta de voluntad o porque no llegaron. Una mierda.

Así las cosas.

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