jueves, 8 de septiembre de 2011

mudada

El silencio de la casa vacía es apabullante. Estoy sentada en la alfombra, en la sala de tele, apoyada en la pared, con las piernas estiradas y la compu en el regazo. Suspendí la ida al show porque no da dejar a los pibitos en casa nueva y con Luzma durmiendo lejísimos (se me queja mucho de la escalera caracol que hay para llegar a su cuarto), quería ir pero no se puede. Ni modo. Igual estoy cansada. Vine hace un rato a bañar a Tita acá porque no están prendidos los calentadores. Todo siempre es medio difficult. Yo, que ya sabemos que soy conservadora por naturaleza, sufro un poco con los cambios y seguramente sea la primera en no hallarme en la casa nueva, sobre todo porque a mi angus existencial los espacios demasiado abiertos no le pegan demasiado bien.

Mientras metía en cajas que no serán desembaladas las porquerías atávicas, encontré una tarjeta que me mandó Flora desde Canadá para mi cumple 23. Hablamos del año 2000 y empezaba así: "Queridísima amiga salvaje". Presumo que entraba en relación con Los detectives salvajes, libro al que le entramos por esos años pero también a una característica mía ¿de entonces? ¿Sería de verdad salvaje? ¿Seguiré siéndolo? El tema me quedó ahí, rondando, mientras terminaba de sacar todas las porquerías con las que contamos (al final no logré tirar todo lo que me propuse, medio que me agarró desprevenida el tema y mudamos muchas cosas que no debíamos... igual regalé la pollera que parecía un mantel de Paula del año 94, todavía me acuerdo el cumple de Pau en la que lo usé, debíamos cumpli 17 y justo este domingo cumple 34... el pasado me persigue, chicos). Lo llevé y lo traje a Milo, seguí mudando con Luzma y Lupita (marido se puso todas las pilas ayer y hoy nos dejó en banda absoluta), me bañé en el club, pasé por el super a comprar algo para comer, comimos todos apretados en la cocina (el metraje está muy mal distribuido), después llevé a los chicos a tenis, pasaron Lu y Mer que pretendían ayudar pero la verdad es que no quedaba casi nada, metieron la poquita ropa de Camilo en el clóset y después tomamos mate un ratich. Y ahora voy a cruzarme de nuevo a leer, incomunicada como estoy ahí, pero todo bien, mi cuerpo necesita cama. Me falta poner ropa mía (debería hacer una buena razzia nuevamente, después de ver esas supervivencias adolescentes concluí que tengo temas con los sentimientos adheridos a la ropa). También todo lo del baño pero... no hay mueble dónde acomodarlo.

En fin. Voy a escribir unos mails, me queda poca batería y no traje el cable porque tenía que buscar un adaptador. Cuánta movida, mamita. El findex viene de social life. El viernes cine club, el sábado comida en casa con María & co, a la noche nada yet (pero Gaby podés venirte a casa tal como venís amenazando hace una semana) y el domingo a la tarde el cumple de Josefina. Haré deporte mañana y pasado porque me URGE y espero que caiga algo de trabajo en breve antes de que trepe por las pareder (o seré la típica pesada que dice que se está "ocupando de la obra"; de ser así: mátenme). El estudio de la casa transitoria es divino pero está lleno de cajas y valijas que no serán desarmadas por lo cual un poco pierde la gracia. Eso sí: están todos los libros en la biblioteca junto con los adornos. Marido tiene sus mañnas.

Ahora sí: chau.
Así las cosas.

1 comentario:

Domitila dijo...

jajaja sos graciosa si pensas que no vas a ocuparte de la obra. Una obra demanda mucha presencia y si no a no quejarse depúes!