jueves, 15 de septiembre de 2011

viva México, cabrones

No saldré. Tampoco esperaré a que den las 11 para ver en la tele al presidente gritar y esperar que el pueblo grite después. Yo suelo hacerlo con vehemencia, como es mi estilo, claro. Gusto del sentimiento patriótico, de la sublimación de las pasiones en un grito primario. Pero hoy no. Estoy en camisón desde las 5pm. Me duele mucho el cuerpo y ahora se sumó la garganta. Llueve. Estoy tirada en la cama de Simi porque la interneta no llega a mi cuarto. Él mira una peli en su compu, yo me autocompadezco en las redes sociales. Y pienso. Tita está en lo de María, Milo dueme hace rato en mi cama (después de escucharme cantar un amplio repertorio de temas infantiles) y Luzma descansa en su cuarto porque también se siente mal y le echa la culpa a un pollo que compré el viernes pasado. No me da respiro.

¿Qué te pone en entredicho? ¿Qué te apena? ¿Cuáles son los factores que generan un crack en las relaciones? ¿Qué es el amor? ¿Por qué tenemos sueños perturbadores?

A mí me apena mucho el desamparo, propio y ajeno. La soledad. Pensaba, con mi libro de Foucault (avanzo lento) en el regazo, acostada en mi cama, que en esta casa podrían vivir un montón de personas. Muchas veces dije que me cabe el concepto de comunidad. No quiero que me hablen mucho pero podemos comer todos juntos, saber que estamos, que somos contiguos. Hoy, por ejemplo, me vendría muy bien tener gente en zona.

Ayer a la noche conté, una vez más, cómo cuando llegué de lo de marido (que no era marido sino el tipo que había conocido 36 horas antes y con el que había pasado las últimas dos noches), después de que me hiciera el famosos desayuno con el tazón de café con leche, el jugo de naranjas y los dos tipos de tostadas, le dije a madre: "me enamoré". Qué gente liberal, la verdad. Había dormido en su casa y volvía toda garchada, me tiré en mi cama de entonces y madre me respondió: "Uy, yo le dije lo mismo a mi mamá cuando conocí a tu padre". Sí, las historias se repiten. Es posible que marido y yo nos hayamos enamorado en ese momento de una posibilidad, de una coyuntura. Pero qué importa. Para mí fue un amor implacable. Doloroso. La posibilidad de la pérdida constante me mantenía en vilo, con la panza revuelta. Ahora amo al sujeto a pesar de.

De todo.

Salgan y griten. Ojalá tengamos un México en paz. Pronto.

Yo para esa hora espero estar durmiendo y mañana sentirme lo suficientemente recuperada como para llevar a mis hijos a pasear. Tengo antojo de comer carne con ensalada. Y de hacer un paseo cultural después del ejercicio (son todas expresiones de deseo).

En fin.
Así las cosas, cabrones.

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