jueves, 29 de septiembre de 2011

días de muchas horas

Aunque no me desperté con el Coco porque le pedí a marido que pilas fue. En unos minutos voy a tener que ir a leer cuento. No lavé los platos. Acumulados en la pileta son testigos de mi cansancio acumulado de meses. Les sugerí yo que vieran un rato de tele. Por algún extraño motivo en esta casa ni siquiera se les ocurre. Pero un rato de descanso estupidizándose catódicamente nos viene bien a todos. Milo se acaba de dormir encima mío, en el sillón. Ya les di los huevos de cena. Y bañé a los peques. Coco se baña solo en el club. Los llevo a las 4pm a los dos, a las 5 recojo a Tita y a las 6.15 a Simi: un chino. Pero ni modo. El deporte y el hombre.

Vinieron Mer y Lu y salimos al parque.

Está siendo uno de los mejores años de mi vida. Este y el 2004 son los que más alto rankean en mi memoria de adulta. De chica no sé. Ninguno. Tal vez el 96. Conocí a mucha gente que me alegra haber encontrado. Y me reencontré con otra. Eso es bueno. Pero está siendo duro. Agotador. Y ni siquiera sabría decir por qué. Tal vez es algún desbarajuste de salud.

Por lo demás: leo poco. Ni siquiera llegué a la mitad de Vivir afuera. El coraje de la verdad está en el coche, va conmigo a todos lados pero no lo abro. Hace semanas que no miro una peli, ni una serie ni nada. Llega la noche y solo pienso en dormir. Por suerte marido comió mucho y hace poco así que dijo que no quiere cenar. No estoy para encarar otro despliegue.

Adriana no me contesta el teléfono. Necesito saber sí o sí si va a venir mañana. ¿Es tanto pedir, man? Hay días en los que de verdad no puedo más.

En fin: así las cosas.

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