domingo, 25 de septiembre de 2011

uh, tenía tanto para decir y de repente, nada

Un resfrío repentino, iterado, ridículo. Dolor de cuerpo otra vez. Sueño. Trabajo pendiente. Domingo.

Ayer hice solo 35 minutos de zumba porque no daba más. Había dormido poco y mal, y empezaba a sentir algo que se venía gestando. Sauna, ducha, trabajo. Fuimos a casa con marido a ver unas cosas y me parece mini. Espero poder acostumbrarme al metraje más normal. Marido entusiasta y yo menos. Pero nada para decir. Después cumple infantil de amiga del salón de Tita. Entramos, los padres saludaron entusiasmados pero rápidamente nos abandonaron a nuestra suerte. A decir verdad: yo hago lo mismo.

Era en el jardín de un edificio, había dos carpas enormes. Un con mesas vestidas, la mesa de las bebidas (acá solo cerveza, nada de bebidas blancas como suele haber) y una mesa con dulces customizados con el nombre de la cumpleañera. Le saqué una foto, pero no la bajé, para mostrarles lo que puede llegar a ser un cumple de seis años acá (era el del regalo de los niños de Somalía). Mis hijo menor comió dosis de azúcar impensables para cualquier humano normal. No paró un segundo. Estaba feliz yendo y viniendo. En otra carpa había tacos. Marido se atascó, valga la cacofonía, antes de dejarme sola para irse a una junta, y después me mandó mensaje diciéndome que caían mal. En la otra parte del jardín, descubierta, había un inflable, una bola gigante como las que usan Peter Gabriel y los Flaming lips en sus shows y cuatro (sí, cuatro) cosos de saltar; bonjo. Son de esas que te ponen un arnés, tienen como una mini cama elástica abajo, unas sogas a los costados y saltás alllllllllllllltooooooooooooo. De hecho, por insistencia de mi hija, que parace del Cirque du Soleil dando vueltas sin control, me subí. Casi me muero. Pero eso fue después de pasarme horas sola en una silla porque NADIE me hablaba. NADIE. Marido se fue a su junta y me dejó sola y apartada. En un momento estaba cuidado a Milo que se tiraba por un tobogán en los juegos del edificio y una de las pocas mamás que conozco se apiadó y se sentó conmigo un rato. Le dije que no podía creer la situación y dijo que son un grupo muy unido, que se conocen desde Kinder I y se lleva muy bien. Matame.

Al rato, una que conozco hace cinco años porque su hijo mayor va con Coco, me llamó para que me integrara a la mesa donde estaban todas. Para eso había estado dos horas y media siendo víctima del apartheid, incrédula de tanta impopularidad. Me presentó en voz alta, casi se me prende fuego la cara porque no manejo nada bien esas situaciones, me senté un poco penosa y a la media hora ya estaba haciendo chistes como si nada. Supongo que a alguna le caí semi bien pero no estoy del todo segura. Por suerte a las 5 llegó marido, yo me fui a saltar en el bonjo (cómo teniendo el vértigo que tengo se me puede ocurrir algo así nadie lo sabe). Grité como un marrano y pedí piedad pero los pendejitos que lo manejaban o son sádicos o piensan que cuando uno dice no en realidad quiere más y más acción, vaya uno a saber. La cuestión es que bajé lívida y fui directo a contarle a marido, a quién le chupó un huevo porque estaba platicando a full en la mesa, como si fuera el ser más sociable del mundo. Después fuimos juntos a la zona de los juegos y también se subió al bonjo y la llevó mucho peor que yo todavía. A los 30 segundos estaba abajo, creyendo que igual había sido digno. Un capo.

Mientras esperaba,  habló con el (no) padre de la cumpleañera (yo había charlado un rato antes, cineasta grande, supe bastante de su vida en los pocos minutos que me dedicó) y después se acercó y me dijo "Me volví así por vos". "Así" quería decir sociable, que no le importa qué van a pensar de él, desenvuelto, etcétera. Un ser mejor. Ponele.

A todo esto me pasé la tarde comiendo chocolates, english toffee (en extremo delicioso) y pasitas de uva con chocolate. Fue el primer cumpleaños en siete años en el que hubo una mesa dulce increíble (con cupcakes, brownies, palomitas de maíz dulces con chocolate, y otros etcéteras) y después de soplar las velas,  a eso de las 6.15pm, decidimos rescatarnos y partir. Ya quedaba poca gente.

Llegué agotada y me puse a trabajar. Marido se fue al super a comprar unas cositas, le pedí a Laura que bañara a los chicos y les hiciera algo de cenar y después me fui a dormir.

A la mañana, mientras iba a bañarme concluí que las relaciones humanas funcionan si están erotizadas. Si eso se pierde, se vuelven insostenible (no hablo de sexo y no hablo de parejas, claro está).

Bueno, me toca trabajar. Coco no quiso ir al club y lo escucho hablar por la casa. Los menores sí se fueron con marido y nos dejaron un poco de air. Me pesan las piernas y los brazos, me duele la espalda y tengo una congestión incómoda. Desayuné pan negro con queso crema y salmón ahumado. Soy un cerdo.

En fin.
Así las cosas, chicos. 

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