sábado, 10 de septiembre de 2011

los restos de mí

En un momento pensé que sí iba a ir a zumba, te lo juro. Agarré un impulso, me calcé las pantu y ya casi armaba el bolso pero llegué a lavarme los dientes y entendí que a duras penas podía arrastrar mi ser hasta abajo, con mucha suerte. Lo hice para buscar la compu. Me duele todo. Y cuando digo todo es todo. Llegué a casa y eran casi las 2am, vomité absolutamente todo lo que había comida y leí unas cuantas páginas antes de dormirme como una morsa que empieza a hibernar. No sé qué hora era cuando los chicos empezaron a gritar. Temprano pero no tanto, antes de las 8 pero después de las 7.30am. No me hice mucho cargo. Ahora comen hotcakes abajo y yo me pregunto cómo haré para dejar la cama, ni siquiera tengo fuerzas para leer los diarios (y encima con el aparatito este tarda mucho en abrir todo aunque acá arriba funciona mucho mejor). Me duele todo todo todo. Mucho. Pero no quiero quejarme más.
Comimos mucha pizza, vimos Bridemaids (el nivel del cine club promete subir en breve, fue un renuncio por una semana dura para todos) y nos reímos los primeros 40 minutos como no me reía hacía años. Pero después entra en caída libre para no remontarla más. Los R me dejaron en la puerta de casa, Luzma estaba despierta porque a Tita le había estado sangrando la nariz pero ya dormía y así volvemos a este momento en el que hundida debajo del edredón me pregunto cómo voy a armar la botana y la lasaña y poner la mesa pero sé que después uno se sobrepone a uno mismo y hace lo que tiene que hacer. La perspectiva de la semana es un toque angustiante pero aprovecharé el findex para relajar y no pensar en nada que no sea el puro presente.

Ya extraño a marido de quien me despedí ayer a la mañana aunque su avión salió a las 11pm. Me mandó mail diciendo que ya llegó y será una semana larguísima con la cama semi vacía.

Cansanciooooooooooooooooo. Mucho.
Así las cosas.

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