sábado, 17 de septiembre de 2011

desvelada

Dejo a Villoro en la cama, ya tengo el camisón puesto (uno viejo porque no encuentro los míos), me lavé los dientes, me metí a leer y bajé a escribir. Adicta. De todas maneras, en breve dormiré. Fue una noche trabada. A la tarde hice pizza casera y galletas de chips de choco. A la peli noruega que estábamos viendo en lo de los M, después de comer sopa mexicana deli y una rica botana, se le desconfiguraron los subtítulos y nunca más logramos sincronizarlos. Durísima, nos tenía a todas angustiadas.

Volví de dejarla a Lu con Clara en su casa escuchando a Nacho. Diego en el camino de ida se había fijado qué había puesto y lo encontró. Me dio nostalgia. Qué difícil es ser humano, pienso todo el tiempo. O qué difícil que me es ser yo. No soy buena con los límites, con elegir cómo se hacen las cosas ni lo que es mejor para mí. No soy buena aceptando que seguramente lo mejor no es ceder y aceptar y que a veces relativizar todo no funciona. La naturalización constante como enemigo primigenio. O no. No lo sé.

Quiero que marido esté acá. Estoy cansada de ser sola. Quiero poder bajar la guardia un rato. Quiero que me cuiden. Sigo sin sentirme bien. Mañana es sábado, a ver qué programa invento con los kids. Mucho esfuerzo todo. Ya fue.

Me voy a dormir.
Así las cosas.

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