lunes, 7 de septiembre de 2009

agotada, estresada, con pensamientos horribles

No me podía dormir. Pensamientos espantosos. La panza, eso de vomitar todo no me causa ninguna gracia. Ninguna. Muchos dolores. Intentar relativizar. Buscar teléfono de gastroenterólogo. ¿ir a ese? No me dio pelota. Tal vez buscar otro. Todo difícil en país ajeno. El día de ayer muy bien, casero. Me levanté relativamente tarde. Mis hijos son lo más. Tita puso la mesa del desayuno ella sola (increíble) se trepó y bajó los platos que son pesadísimos (además, se equivocó y bajó los de comida y no los de postre), sacó mermelada, manteca, puso cuchillos y cucharas, también bajó mi taza. A veces, su sobreadaptación me asusta. Tiene cuatro años y siete meses. En fin. Primero vino Dante a casa y después se fueron los dos a la de él. Más tarde vinieron Feli y Juana y se quedaron jugando con Tita. También vinieron Xime y Barbi, comimos toda la tarde y nos quedamos charlando. No salí de casa. Comí mucho pero vomité todo. Horrible. No entiendo a las bulímicas. Mucha acidez. Me levanté mal. Tomé una medicación pero no sé cuánto efecto. Por lo menos se quedó en el estómago. Además, no café, no frutas, no nada. Bueno, tengo que trabajar. Y llevar a Milo al pediatra. Y buscar a Tita en la escuela (Simi por suerte tiene after school y me lo trae la mamá de Miguel). Y encontrar un gastroenterólogo.

En fin. Así de adoloridas las cosas.

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