martes, 15 de septiembre de 2009

fines de los noventa, texturas y el mes que fui cadeta

Hace unos días me acordé de un pibe con el que salí un par de veces hace unos cuantos años. Diez, supongo. Por algún motivo rememoré que me llevaba trece años, fue el tipo con más diferencia de edad con el que estuve. Lo conocí a los diecinueve, un mes que trabajé como cadeta, haciendo un reemplazo, en una empresa que vendía algo de tecnología. Fue justo al empezar la facu y en esa época no entendía demasiado. Digamos una experiencia rara. Era la cadeta más ridícula y con menos ropa de toda la city. Obvio. Un día recuerdo haber ido con la mushcu perra, unos pescadores de pana violeta y borceguíes. Era una época de muchas texturas. Igual, creo que no era yo, era el fin de la década. Por esos años, compartía el cuarto con Ale y por ende, el placard. Por entonces, ella era increíblemente canchera (ahora se viste super lindo y ondera pero obviamente ya no con las combinaciones estrambóticas noventeras). No era "alternativa". Era, en términos actuales, trend setter. Usaba todas cosas que después se ponían de moda. Mucha onda bastante particular. Alto consumo de H&M. Yo siempre tuve menos onda y siempre- con los detalles del momento- me vestí bastante parecido. A los catorce usaba jeans levis, botas y musculosas. Hoy, pensando que volvieron las camisas escocesas, me acordé que también tenía una que me re copaba. A fines de los noventa, retomo, usaba mucho pantalón brilloso (tenía uno verde muy llamativo comprado en el soho neoyorkino), mucho plush o símil, cuero y charol (tenía unas converse de charol y otras símil piel de cocodrilo bordó). A mi pobre hermana, en Europa, le perdí un gorro peludo animal print. Igual, usaba tonos bastante neutros, mucho negro, bordó, violeta y verde. Y mucho Dr Marteen y abrigos de cuero comprados en Camden Town. Amo los borceguíes pero los míos negros lamentablemente siempre me quedaron chicos y después de tres embarazos, ni te cuento.

Ahora que soy viejita, me visto levemente (levemente) menos ridícula. Claro que la moda cambió y las estridencias son otras (ya no sé ni cuales). Reconozco que fueron años de sufrir como una idiota pero igual me la pasé bien.

La historia con el pibe fue breve. Cuando lo conocí estaba casado pero unos años después me lo encontré en la facultad (uno de esos alumnos de filo rezagados) y se estaba separando. El romance, como es obvio, no prosperó y de hecho, fue el que me hizo conocer unos hoteles espantosos del centro y del cual, una noche, casi huyo dejándole diez pesos y una nota (el valor de la moneda era otro y yo estaba bastante de la cucua). Pero esa, esa es otra historia que ya conté hace unos años.

En fin.
Así de noventeros los recuerdos.

1 comentario:

Maggie dijo...

ahora que Eric termina con su blog, deberías empezar 'los '90 de JB'.