lunes, 14 de septiembre de 2009

lunes, cosas que hacer. toma 1

No, bueno, qué se yo. Llegó Diego. Era tarde, no me desperté. Roberta a las cuatro de la mañana hizo una escena histérica queriendo leche, una cosa rarísima que presumo se la dedicó a su padre. Estaba muy ansiosa por verlo y antes del escándalo agarró unos alfajores de la valija y lo fue a despertar a Simón para contarle, con una energía cual si fueran las ocho de la mañana. Fue, entonces, una noche demasiado agitada y un reencuentro bastante complejo. Yo no estaba contenta. Después de pasarla mal el viernes me empecé a preguntar por qué aguanto tanto. El vivir en tránsito, el vivir acá, la angustia ajena constante, el relegarme todo el tiempo. En fin, cosas que no llevan a nada. Ahora debería trabajar, en un rato viene madre de niño a que vayamos a activar la cartilla que nos dieron en la escuela y yo, en lugar de estar contenta y aliviada, siento más peso. Tengo que escribir una nota y en lugar de divertirme, estoy estresada. Diego me trajo la Ohlalá en donde hay una mía también y me trajo un montón de revistas y libros y pelis que veremos si logro consumir.

Así de lunes apagadas las cosas.

Ah, me olvidaba, mi madre me mandó unas botas lindísimas. Me gusta tanto que me malcríe!

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