domingo, 17 de enero de 2010

después de un día patetic

Me levanto y hay sol. Estar hasta las 4.30pm sola con hijos no me pegó bien. Pelotudié en la compu y leí pero para un sábado no está bueno, son actividades de la semana. También asé unos tomates y dejé una empanada gallega lista para armar. Pasé a buscar a Coco por lo de Dante, subí a los otros dos al coche con algunos adminículos y mis botas y cartera nuevas (todo muy groncho) y bajé a la Condesa, el buen humor y eso de ser esposa copada y que no me importe que se vaya a jugar al golf y después a comer a Primos, se me había terminado hacía rato. No soy consistente, lo sabemos. Así que lo recibí con la peor cara de orto y me duró un rato. Fuimos al evento de compromiso de chicos que laburan con él, comí quesadillas y carne porque no había ingerido más que pan con queso y después, muy desubicadamente, me tomé un enorme vaso de vino (en vaso de plástico, no da) y como si esto fuera poco, al rato descubrí que el porro hidropónico de no sé qué garompa te puede pegar como el orto y eso a las 7pm, en la Roma y con tus tres hijos no está nada bueno. En fin, volvimos mientras el mundo era, para mí, un lugar extremadamente hostil y me arrastré a la cama. Diego se quedó con los chicos, yo bajé cuando se despertó Milo, lo cambié, después de un entredicho marital, le di la teta y nos dormimos ambos. Encima, dormí mal y salteado. Insomnio once again. Son las 8.51 am. La paz marital se recobró levemente, marido no me abrazó en toda la noche y eso la convirtió en una noche triste además de insomne. Ahora prepara un desayuno inglés, grasoso y exagerado del cual prefiero no participar y que detesto no sólo por las calorías sino porque también tengo que lavar todo después.

En fin.
El cielo está celeste pero yo perdí esa esperanza que había nacido con el comienzo de año. Triste.
Así las cosas.
Derrumbadas

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