sábado, 9 de enero de 2010

el lujo es vulgaridad...by la shama

Es de noche. Llueve. Intercambié un niño de 8 por una niña de casi 5. No, no es buen negocio. Nunca. No importa, es lo justo.
En el camino a la casa de unos amigos a comer, no se bien por qué, me acordé de todos los conciertos de jazz a los que fui sola de soltera. Qué snob, también pensé. Ahora no lo haría ni loca y no entiendo por qué lo hice en ese entonces. Fueron algunos. Después me acordé de la vez que fuimos con Diego a ver a Adrián Iaies en Punta del Este. Pero lo que más recuerdo de esa noche es la pelea feroz, mi intento de tirarme del coche en movimiento, la amargura y la desazón de esos años de matrimonio. Recién, en la oscuridad del camino, un sentimiento parecido vino a imponerse por un rato. Esa chispa que no sabés de dónde sale ni por qué. Fue breve pero me dejó angustiada. Le pedí a Diego algo que no va a cumplir, una pavada con respecto a la cena, y me quedé perturbada. Sé que no vale la pena. Menos en un día en el que me alegré tanto por haber dejado atrás tanta locura y sufrimiento. La pasaba muy mal en serio. La edad me templó más el carácter a mí que a él, pero ambos hacemos esfuerzos. Fueron años durísimos. Y no estamos exentos de que vuelvan, como nadie.
La lluvia no ayuda. Tengo mucha acidez y una ansiedad corporal que me tiene un poco alterada.
Todo va a amainar, lo sé. Es cuestión de tiempo.
En fin.
Así las cosas.
Ligeramente oscuras.

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