lunes, 11 de enero de 2010

empezó el año oficialmente

Pero qué hueva. El sábado a la noche comimos rico (marido hizo una sopa de elote y rajas con menta, un salteado de hongos con jamón serrano, brie, aceitunas, pechuguitas de pato fileteadas y una tortilla de papas, todo para picar en la mesa baja). Tomamos vino, fumamos un porro que tenía en una cajita de curitas de kitty desde el 2007, Domitila se encargó de rescatarlo y después, los demás, se bajaron más de la mitad de un botellón de tequila de 1.5 litros. Escuchamos música y nos reímos. Excelente noche. Nos acostamos después de las 3 am y yo a las 7 ya estaba ocupándome de Milo. Después de las niñas y así. Diego amaneció, borracho, a las 10.30. Lo odié. Lo maltraté toda la mañana (sé que está mal pero no lo puedo evitar) y después me puse a pensar en el temita que tengo con la pérdida de control. Detesto verlo trastabillar, intentando cogerme (no se entiende cómo se le ocurre cuando ni siquiera puede estar parado), riéndose de nada. Me enojo. Me altero. Y maltrato. Un juego que no me causa ninguna diversión, claro. Igual, dejé al bebé en la cama, las nenas jugaban- haciendo bastante kilombo- en el cuarto y yo me volví a la cama.
Después comimos en lo de otros amigos. Más vino. Diego se abstuvo. A veces no sé qué es lo que hago para que la gente se sienta con derecho a decirme cualquier cosa. Puchingball. No da.
En fin. No me extiendo más. Voy a cambiarme para retomar el gym. También tengo que ir a Costco y laburar. Y ordenar la casa. Ayer me ataqué con eso también. Espero que baje el frío. Y la angustia de marido. Y que, al menos, salga un leve rayo de sol. Fue una noche intensa.
Así las cosas.

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