martes, 19 de enero de 2010

recreo

Tengo que seguir, el tiempo es poco y las páginas, demasiadas. Igual, voy bien. Como siempre, leo muy rápido.

La angustia se me pasó con un llamado telefónico de Diego. Magia. Se deshizo y no lo pude creer. Me gusta esta nueva etapa en la que soy casi zen. Me sienta. Ver la vida con una pátina de optimismo, me cae super.

Mis padres fueron al super a comprar unas vituallas. Mañana, de todas maneras, voy a tener que volver. Y sí o sí voy al gym, me lo saltié y me hizo pésimo. El deporte es todo. Después, fui con padre solo a buscar a los chicos. Me dice que mi coche tiene buen andar. Bueh. Está cayéndose a cachos y no lo lavo hace dos meses, da vergüenza. Nos reímos del Dakar y lo re bautizamos Sudacar, cosa que es muy pertinente. Roberta hizo un escándalo imposible mientras buscábamos a Coco. Me saca lo peor de mí, la irracionalidad me supera. No entiendo. No son mis genes.

Eso. Comimos. El bebé está molesto. Hay sol y ahora están todos en el parque. Bien el abuelazgo, nos copa.

Y no mucho más. Marido me chatea vía skype, me habla cada diez minutos y me dice cosas que no termino de entender. El chat entrecortado me brota.

Tengo muchos pendientes. Muchos flancos abiertos. Eso también está bueno, tiene que salir alguno.

Así las cosas.
Recuperándome de una mañana demasiado gris.

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