viernes, 8 de enero de 2010

una de las cosas buena de méxico es el clima

¿O deberíamos decir, era? No sólo hace un frío infame sino que además, llueve. O llovió. Las calles están mojadas y el pasto verde. No es época. Acá, las temporadas están bien demarcadas y en enero, bajo ningún concepto, tiene por qué llover. A lo sumo febrero loco y marzo otro poco. Pero enero, no.

Me levanté de la cama cerca de las diez de la mañana, chatié con Lau, hice cosas, pispié los diarios. No entiendo absolutamente nada del caos político e institucional argentino. Me excede. No sé si es la distancia o mi imposibilidad intrínseca.

El bebé durmió mejor que nunca, dijimos con Diego de hacer el Duérmete niño y pareciera que escuchó, durmió de 8pm a 5am. Casi lo dejo llorar pero me di cuenta de que era hambre y de que el pibe tiene que tomar leche (nada de mamaderas y poca teta lo está volviendo un flaquito sin cachetes). Diego se fue temprano porque tenía trámites pendientes. Me tocó a mí levantarme con el Coco, lo de turno turno es perfecto cuando no te toca. Igual, no fue grave. Todo muy corto, atrasé el despertador. Ahora debería trabajar. Me aburre. Prefiero hacer otras cosas que me tienen más entretenida. Tita no fue a la escuela, le duele un oído. Tengo que volver a llamar al pediatra para ver si me hace un espacio hoy. Todo me da una hueva indescriptible. El cumpleaños estuvo bien, muy tranquilo. Simi estaba contento, es bastante contento aunque debería aprender a manejar la frustración. Creo que se parece demasiado a mí. Si al carácter nos referimos. Tengo que hacer dieta y no me pongo ni media pila, por el contrario, derrapo.

También debería ponerme las pilas con temas laborales pero ya lo dije, el año empieza el lunes que viene.

Y no mucho más.
Difícil pilotear esta grisura. Te la regalo. No tengo muchas ganas de nada, tampoco.
Así las cosas.
Invernales.

No hay comentarios.: