Estoy dormida, boleada, con dolor de panza y un mareo existencial.
Mis hijos suelen dormir excelente. Desde los 8 meses en que dejaron la teta los tres (bueno, Milo a los 9 pero es una incerteza muy pequeña) se acuestan temprano después de que les leo cuento y les digo que sueñen con los angelitos. Hasta el año y cacho solían despertarse a las 6am para tomarse una leche y tirar un rato más. Después, ya ni leche. Suelen levantarse a eso de las 7am pero no puedo pedir demasiado porque nunca jamás están despiertos después de las 9pm (excepto que sea finde). Bueno, Milo no se hizo eco de estas rutina, presumo que porque se siente mal y a las 3am se despertó para no volver a dormirse. Lo traje a la cama, lo llevé a la cuna y me tiré al aldo (llevé almohada y edredón), lo volví a traer y NADA. Solo se quejaba y me pateaba. A las 6.30 marido fue a despertar al Coco y se lo llevó. Marido también partió raudo no sé bien por qué. Creo que mera ansiedad. Y yo me quedé en la cama, dormitando y acá sigo pero ya tengo que arrancar. Cuando duermo mal no me da el cuerpo.
El deseo y la realidad estarían siendo fuerzas opuestas, se me represetan como esos esquemas de física de tercero en los que había flechas que iban para distintos lados. Yo soy el medio en tensión. O no. Pero pasan cosas importantes y no me hago eco. Eso: pasan. Como si no me competieran. Pienso en el más acá. O en otra big picture. Hoy, por ejemplo, los chicos tienen tenis. Tengo que laburar. Mañana como con Jess. El viernes con P. Y así. Tengo que llamar a la dentista, comprar lo que me dijo el pediatra, ocuparme de la lavadora (no estoy teniendo energía para nada en general y menos hoy en particular).
Extraño que me esnobeen. Mirá lo que te digo. Yo, que estoy retirada.
Escribime.
Y no mucho más. No puedo pensar ni bien ni mucho (como de costumbre, bah). Me bañaré, ire a la depi defi y después: hijos. Lo poco que me da.
En fin.
No estoy teniéndome en la más alta estima.
Así las cosas.
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