viernes, 18 de marzo de 2011

los humanos: seres ininteligibles

Llegué a casa después de otra (la última) sesión adolescente de la semana. Comimos sushi los 3 (sí, Alejo, Diego Mu et moi), nieves en el Roxy (no yo: estoy OBESA, no entiendo bien qué pasó. Bueno, comí mucho chocolate sin control y soy una impresentable) y fluimos. Está bueno eso. Fluir. Es raro. Fue una buena despedida, sin tristeza. O la mínima indispensable. Coco está con su amiga (¿será novia?) Xime y justo venía pensando, después de que en la comida dije que el amor es mágico, que la amistad, en un punto, también. En la adultez uno siente afinidad en términos ideológicos, de gustos, de intereses en general, es cierto, pero ¿cuando sos chico? ¿qué hace que te hagas amigo de alguien? Al final, entonces, los hilos ocultos son tan misteriosos como el amor y el deseo.

A todo esto, Diego Mu se despachó, mientras masticaba ensalada de algas, un: ¿vos lo denseás mucho a tu marido en público, no? BUEH. Seguimos dejándonos ser. No, a mi marido lo trato genial, no le hago escándalo aunque me deja sola, sin darme ni media bola aunque me siento triste muchas veces porque vivo en un país que no es el mío, donde no me siento del todo cómoda, trabajo mucho menos de lo que quisiera y tengo pocos amigos. Pero todo bien, papito, yo me arreglo...

En fin.
Estoy muy cansada. Los chicos miran Lluvia de hamburguesas, esta noche me vería una peli aunque lo único que quiero es dormir y despertarme sin sensaciones raras ni en el cuerpo ni en el espíritu pero...nunca pasa.

Bueno, chicos.
Así las cosas.

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