lunes, 3 de mayo de 2010

al borde del abismo

Casi no dormí. A las 8pm de ayer tenía que llegar Isabel (ella decidió hora y día por mí hoy a la mañana estaba perfecto) pero no apareció. Me di, en la tarde, un atracón de budín de limón que me cayó pésimo y a las nueve, después de lavar los trastes que habían quedado del pastel de papa (la mitad la hice yo y la otra mitad, Diego), me metí en la cama a leer. A las 10 estaba completamente dormida. No sé cuándo vino Marido a la cama (se quedó con Ale trabajando). A la una y media me desperté con dolor de panza y al rato Milo empezó a llorar sin que pudiera pararlo. Tenía la nariz tapada, no quería la leche, me lo llevé a la cama y estuvimos despiertos hasta las cuatro. Me tiraba del pelo, lloriqueaba. Finalmente lo volví a dejar en la cuna, con su mamila y se durmió. Estoy destruída. Desesperada porque Isabel no viene. Angustiada porque todo es difícil. La señora Luzma vino a darme una mano pero puede quedarse sólo hasta las 7pm. En los últimos meses, mi vida se volvió un campo minado. Yo sé que parecen pavadas pero no lo son. No puedo trabajar si no tengo ayuda en casa, así de simple. Lavar, hacer las camas, cocinar, no tiene ninguna importancia. Pero tengo tres hijos de los cuales me ocupo exclusivamente mientras marido se ocupa de traer el pan para alimentarlos y educarlos. En un país en el que tenés playa todo el año, no vamos al mar hace un año y tres meses. Ni que hablar de que no hago compras y que ayer fuimos a comer a un lugar después de no sé cuánto tiempo.

Estoy podrida.

Agobiada.

Cansada.

Angustiada.

Gorda.

Y desahuciada.

En fin.
Así las cosas.
Bajón total.

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