miércoles, 19 de mayo de 2010

mientras te escribo, total

Estoy en línea con el banco hace quince minutos, vamos por la segunda persona y me ponen música digna de hotel playero del tipo van parejas a reconciliarse o algo así. No sé, será que me da funcional de telo.
Uh, me hablan.
Me pasan a la tercera persona.
Otra vez la fuckin musiquita.
No vengo bien.
Llegué temprano al lugar de sacar la licencia.
Me habla una máquina. Dios mío. Dice que me van a grabar. Ahora vuelvo. Hablo con una centroamericana, el call center está en algún otro lugar del mundo. Y se escucha como el orto. Chupame un huevo. Me dicen que no es con ellos, como ya lo suponía. Otra vez me vuelven al mismo lugar de partida.
En el escritorio de licencia les digo que la perdí y me dicen que entonces tengo que ir al módulo exprés de denuncias y hacer la denuncia para poder volver a sacarla. Me dicen que diga que me la robaron. Voy, invento una historia de robo (oh sí, horrible), tardan más de media hora (ese es el concepto de exprés en latam), me dan un comprobante y vuelvo al escritorio en el cual me habían prometido atenderme de inmediato porque la cola era ya una locura (media hora después). Tengo que pelear, malhumor, indignación, amenaza de queja.

Excursus, sigo al tel ahora con una música del tipo...no sé, de espera.

Finalmente me hacen pasar después de dos personas, me buscan en el sistema y me dicen que no, que no tenía que hacer la denuncia porque mi licencia era del df y no del estado de México. Matame. Por favor. Matame ya mismo. Como sea. La cuestión es que me da el formulario para pagar los setenta dólares aprox que sale la licencia por cuatro años (yo la tenía permanente) y después me quedaba una hora de espera. Estaba al borde de un ataque real, me faltaba hacer toda la compra del super en el mismo centro comercial. Logré que me diera el formulario para pagar, lo pagué y le dije que volvía al día siguiente.
Sigo al tel, nadie me atiende, desapareció la música.

Hice la compra rápido. Y acá estoy, tres llamados después, con dolor de panza y una ansiedad que me carcome. Ahora que pienso, no fumar no debe estar ayudando.

Odio al banco.

Vuelvo a llamar.

Las tres notas que entregué en septiembre, octubre y noviembre parece que me las van a pagar a principios de junio.

Estamos todos locos.

Hablo con otra persona y le cuento todo de nuevo. Ahora una voz me dice cosas del tipo portal personalizable del banco (?) con podcast y cosas semejantes.

Bueno, después les cuento cómo me fue. Estoy sin licencia, estoy sin mis puntos. Me acaban de decir que llame el viernes y que me dan el puto ID. En fin.

Me pongo a laburar. Oh no, me falta llamar al pediatra para pedir turno y la carta que necesito para renovar el pasaporte de Milo que vence cada año hasta los tres (!).

La burocracia de este país me arrima a los peores estados. Sabelo.
Chau chicos, estoy pensando en tomarme algo y despertar cuando mis hijos tengan 17, 21 y 24 años. Por ejemplo.
Así las cosas.

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