miércoles, 14 de abril de 2010

alcoyana alcoyana/ capri capri

Pediatra de allá y pediatra de acá coincidieron. Terapia de estimulación. El lunes tenemos turno. No estamos al cien pero vamos bien.

La mano me duele. La soledad de la tarde la conjuré con Intrusos (oops!). Me había olvidado de que acá la tarde, alguna vez, la podés pilotear con tele de aire. No la había prendido en toda la estadia. Fort hablando pavadas, de sus gatos (que no son animales sino un séquito de pibitos ostensiblemente gay que la juegan de guachi pistolas levanta minitas) y cosas así de ridículas. Pero que me borraron la sensación infame de abandono. Y aumentaron la certeza de que, por muchos motivos, quiero y necesito vivir acá por muy difícil que sea todo.

Yo soy muy de acá. A veces me escucho diciendo eso y me pregunto cómo llegué a tener que hacer semejante aseveración. Después de Rial, vino un mini rato una amiga histórica de madre que vive en Bahía Blanca y es un amor total. Con su hija que es lic en artes y me entero de que aparezco en un libro de Gonzalo Aguilar no sé bien en carácter de qué (pero buena onda). Extraño todavía más. Todo y mucho. A Osvaldo, el pediatra, lo queremos. Fui con madre. Y ahora voy a cenar con padres y hermano. Y así se fueron yendo los días y se aproxima el chau.

No entiendo mucho nada.
Mañana o pasado le voy a pedir a alguien que me corte el punto.
Así las cosas, chicos.
Un poco más tranquilas (creo).

No hay comentarios.: