jueves, 1 de abril de 2010

En Buenos Aires

lo que queda de familia está en una habitación del Mater Dei, esperando a que busquen a mi abuela para llevarla al quirófano. Ahí debería estar.
Pero no.
Estoy en mi casa del suburbio mexiquense, leyendo diarios digitales en la cama, con mi marido al lado, haciendo lo mismo. Mis hijos mayores pusieron la mesa del desayuno y nos presionan para que bajemos. El bebé duerme la primera siesta del día. Todavía no me lavé los dientes y escucho canciones tristes de Regina Spektor.

Wrong place, babe. Wrong place.

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