lunes, 12 de abril de 2010

supongo que este blog acá no existiría

y no sólo por el nombre.

Buenos Aires no me da ganas de escribir. Aunque la coyuntura sea tan particular que ni siquiera me de para pensarla. No tengo fuerzas. Sin leer sin poder pensar, vivo. Un poco. Comparto el tiempo con mis hermanas, mi madre. De mis amigas históricas sólo tuve algunos breves intercambios de mail. Y sin embargo, me resulta normal. Viaje raro. Perdida. Confusa. Extrañada. Buenos Aires, de todas maneras, me gusta mucho los días de semana. Más que los fines de.

La abuela ahí anda. Cansada pero ya en su habitación normal. Con Marce salimos corriendo de la terapia porque una mujer gritaba: atada no, atada no. Angustia. Ale se quedó. Es más resistente. El bebé mucho no se halla, se durmió recién a las 10pm, después de llorar desconsolado.

Ya debería dejar de hacer calor. Según yo.

Esto, chicos, esto no es normal.

La mano me sigue doliendo.

Cualquier cosa, buscame en el Mater Dei. O en zona.

Así las cosas.
Palermo chico.

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