viernes, 16 de abril de 2010

sol otoñal porteño mientras mi estadía se apaga

Me estoy yendo, sí. Si no fuera por el resto de mi familia que está en Mex, diría lo triste que me pone. Porque es cierto. Buenos Aires en otoño es un lugar increíble. El cielo límpido. De un celeste muy de acá.
Me reí con mis amigas, ahora, muchas, madres. Dieciséis años de amistad. Hijos que lloraban. Siempre falta alguna (o más de una). Pero que seamos sólo seis garantiaza que podamos hacer tete a tete con cualquiera y esté bueno. Creo que la última depuración fue en el 96. Después del invierno en Mardel.

La abuela está mejor. No sé qué decirles. No está muerto quién pelea. Es así. 98 años. Y come. Y no pierde el carácter. La vida da unas vueltas raras, siempre. Al menos la mía.

Desayuné con Merin.

La mano me duele un poco. Poco.

Dormí bien. Milo durmió bien. Tomé otra vez leche tibia. Me cayó pesada. Pero dormí pesado. Eso estuvo bueno.

Así las cosas.

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