domingo, 18 de abril de 2010

"tenés olor a otra casa"

Eso me dice marido cuando nos despertamos. Me parece gracioso. Le digo que ya adquirié el de esta, que por suerte viví en lo de mis padres.

Mi compu no pudo enganchar la interneta del lounge centurion de Amex por lo cual no pude despedirme como correspondía. Comimos medialunas, tomamos café con leche, le dimos yogur a Milo y el tiempo se pasó rápido.

Mi hijo abre sobres de figuritas del mundial, tiene ocho años y su primer album que va a llenar con el padre.

El vuelo duró más de lo habitual (anunciaron nueve horas cuarenta y fueron diez y cacho). Dos veces estuvo por aterrizar y volvió a subir. Miedo. El comandante no nos explicaba. Feo. Cantamos mucho con hermana. Puerto Pollensa, Fito Paez, Serú Girán, Sui Generis, cosas así. Y clásicos de la infancia. Lo que nos había quedado en el tintero. El bebé durmió unas horas y después, de todas maneras, se portó increíblemente bien.

Finalmente aterrizó.

En migraciones nos tocó un tipo muy simpático que hizo el shock inicial un poco menos brusco. Pero tener que caminar un kilómetro dentro del aeropuerto hasta llegar ahí y después el mismo camino de regreso para buscar el equipaje, me parece nefasto. Ni que decir que estuvimos más de media hora esperando a que apareciera. Garronazo. Mal humor. Llovía. Llegar a casa fue largo. Y cuando finalmente entramos en La Herradura, no había luz. NO HABÍA LUZ EN UNAS CUANTAS MANZANAS. Cualquiera. Entramos y llevamos hijos directo a la cama. Se había hecho tarde. Comí algo al paso (una tarta petrificada que tenía más de dos semanas), prendimos velas y subí a acostarme. Marido se sentía mal, se hizo una sopa y vino a comerla a la cama. Soplamos las velas y nos dormimos. Yo de inmediato. A las dos y pico el bebé lloraba, le hice mamila, ya había luz. A las seis volvió a llorar desconsoladamente. Fui, le busqué su Pato pato (objeto transicional que había quedado en mi mochila) y lo dejé llorar. Tiró hasta las ocho.

Está al lado mío, gritando emocionado. Tita sigue durmiendo.

Hay sol.

Llegar es siempre muy heavy. MUY. Quiero Buenos Aires. No quiero México. Pero le pongo garra. Me conecto después de más de un día. ¿Abstinencia? No sé qué plan. Ordenar en principio. Fiaca total. Odio viajar.

En fin.
Así las cosas.
Aterrizadas.

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