miércoles, 21 de abril de 2010

el mejor polvo en años

Se estaba yendo y me obligó a que baje a despedirlo. Soy, a pesar de lo que parece, una esposa bastante sumisa. El clima no estaba para contradecir. Me pareció una locura su determinación pero accedí. Quería coger. Yo. Él, no sé. Hace días que por distintos motivos nos veníamos desencontrando. Además, la noche no se presta para el sexo (nunca).
Estaba de mal humor, retovado. Con un enojo atávico, arrastrado desde el primer embarazo, más o menos. Acumulación. Bronca. Le di un beso, le dije que quería coger, le toqué la pija y me dijo putita. A la madre de sus tres hijos le dice puta. Me gusta. Empezó a sacarme el camisón con violencia, a pellizcarme. Me arrinconó contra la pared. Bajamos al estudio. Y garchamos como si fuera la primera vez. Como hace mucho no. Grité. Y cuando se fue, me quedé contenta.

Leelo como quieras.

A la noche terminé el libro de Bellatín, seguí con el de Aira. Escribí. Skypié con mi hermana, me quedé sin internet mientras chateaba con Tai. Necesito ganar más plata. Mucho trabajo, poco ingreso.

Hoy se supone que viene Lupita. Y Angélica en algún momento. Me toca ir al super, llegamos a los límites de lo permitido. En el freezer, eso sí, mucha carne. Verdura: cero. Fruta: podrida. Quesos: nulo. Leche: una. Y así.

Día largo.
Otra vez con el auto de Diego. Desde abajo me pidió que cuando lo estacionara intentara que la llanta no mordiera el cordón. Dije que sí y pedí perdón. Prefiero andar en mi coche pero sigue sin verificar.

Debería bañarme. Ni siquiera me lavé los dientes. Tengo la placa de relajación todavía puesta. Me falta desayunar. No quiero hacer las camas. A trabajar.

Así las cosas.
Encontradas.

1 comentario:

V. C. dijo...

sos muy genia.