viernes, 30 de abril de 2010

el efecto contrario

Acabo de llegar. Pensé muchas cosas en la última hora. Primero veinte minutos de bici fija y después, veinticinco de Body Combat. Mientras le pegaba a mi propia imagen en el espejo pensé que después de ese rato iba a quedar blandita como esponja mojada pero no, para nada, un mal movimiento y contractura en un músculo que no sabía ni que existía, a la altura de las costillas, de costado, en la espalda. Duele. Como la mano, que también me duele. Y tiene como un cuagulito dejabo de la herida. Me gustan las cicatrices, tengo una muy marcada en la frente que me hice al año (primero me caí y me pegaron con la gotita y al mes me clavé un lápiz y sí me tuvieron que coser. Me llevó mi abuelo al Hospital Pirovano. No, no lo recuerdo, claro. También tengo una marca en la pera pero sin costura. En el cuello del útero debe haber algo pero no sé ve.
Y ahora: la mano.

Un lugar raro, la palma.

Marido me prohibió contar intimidades. Puf. Papi, te casaste conmigo. Siempre fui así ¿o no? El tema es que desde que me volvió a copar coger, perdí completamente el filtro. Lo recupero por obligación.

Me metí en el sauna un ratito a ver si el tirón se me pasaba. No. Calor. Y mientras me bañaba (en una ducha que no era la segunda porque estaba ocupada), completé una reflexión de ayer. A mí lo que me supera, con lo que no puedo lidiar, es con la gente tensa. Yo sé que soy el extremo de lo relajiento. Y cada vez más y peor. Pero la gente que nunca afloja, dios, no. No puedo. Estoy esperando siempre que haga un chiste sobre su forma de ser, que me diga algo que me de la pauta de que, al menos, tiene consciencia. Y si no, nada, vos y yo no podemos tener nada que ver. Esa es la conclusión.

Para termina, porque tengo que ir en breve a buscar a Simi al colegio (día corto, día del niño) que viene con un amigo, quiero decir que sí estoy gordich. No hagamos de esto una discusión. En el sauna me reconstruí en el espejo: calzas violetas, musculosa naranja con otra violeta encima, las zapatillas que tienen más de cuatro años y uso todos los días y el pelo como siempre, recogido en algo parecido a un rodete pero cayéndose por los saltos.

(interrupción, arreglo con madre que me trae a Tita a la tarde).

Entonces, en frente al espejo doy muy aparato. Y gordich. Y es verdad, la gente que me vio en vivo puede dar fe. Tuve unos años de ser más flaca pero ahora ya no tengo la voluntad (no quiero hacer un tema de esto porque después doy sermones ridículos por mail).

En fin. Igual las endorfinas del deporte son todo.
Contesto unos mails y me rajo.
Así las cosas.
Variaditas.

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