jueves, 15 de abril de 2010

son las 3.16 y ya pasaron tantas cosas...

Estoy cansada. El bebé se despierta. Por suerte no tardé tanto en dormirme porque le hice caso a Miranda y me tomé un vaso de leche tibia con cognac, escencia de vainilla y sucaryl. Tardé menos que de costumbre. Pero ahora tengo sueño. Mucho. Antes de almorzar estuve al lado de la abuela y se me caían las lágrimas. Una pelotuda. Mis tres hermanos habían bajado al bar y yo caminé secándome la cara cuando me interceptó el enfermero que un rato antes había venido a sacarme el punto, para decirme que no lo comentara. Ah, me dijo, estás mal. Sí, sí, todo bien le dije y seguí caminando. Fuimos los cuatro a comer al Paseo Alcorta. No tengo ni idea cuándo fue la última vez que estuvimos solos. Años. Muchísimos. Estar todos juntos fue lo mejor del viaje. Algo me pasa, la estoy pasando mal. Bastante mal. En muchos aspectos. Tal vez es el cansancio que no ayuda.

A la tarde meriendo con Maros y Pau. Vi a tan pocos amigos. Hice tan poco. Me gusta tanto Buenos Aires. Aunque es increíblemente caro. Cualquiera. Ya me tengo que ir. En breve. A rescatar a hijo. Los días son largos. Trabajé. Tengo que recuperar un texto perdido. La abuela de repente se despierta pero la veo mal, agotada. Me da mucha pena. Pero ni modo.

En fin, chicos.
Así las cosas.
Reiterativas.

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