viernes, 19 de marzo de 2010

con el jugo de naranjas casi terminado y con una fiaca loca

Llegué del gym. Bici, un poco de glúteos en la máquina, elíptica y música. Ayer le dije a Mariel que me gusta más cantar que tocar el piano, ella confía en que puedo llegar a cantar bien. Algo extraño si me oyeras. Pero sí, me gusta mucho y es la posibilidad de reivindicar el mal trago de los catorce, cuando la profesora de canto de ese momento no me incluyó en la muestra de fin de año y yo lloré en el colectivo de vuelta a mi casa. Nunca más tomé clases. Hasta ahora. No tengo facilidad para las teclas, toco mal, sin sentimiento, trabada. En cambio, la voz me fluye, me hace sentir poderosa, alegre. Y le pego a las notas, increíblemente. Soy afinada.

En el sauna decidí que mi límite es el 2012. No puedo más. Necesito estar en Buenos Aires, rodeada de la gente que me conoce desde siempre o que puede entenderme. Quiero tener a mi mamá cerca, ir a tomar café, hacer danza, cenar con las chicas en Hermann y también compartir sus hijos nuevos, merendar con Merin y Vir y nuestros hijos, desayunar con Juli, hace asados familiares con los Halperín y los Haro, comer con Male y Andrés y crías, estar con mi hermano (Ale ahora está acá así que no cuenta). Hacer taller ao vivo. Cagarme de risa con Flor y no por el gchat. Esas cosas. Simples, cotidianas, que te hacen la vida más feliz. Sé que también me haré amigos nuevos. Ese no es mi problema. Y me encanta. Me gusta tanto la gente. Y ahora me siento tan sola. No porque sea necesariamente real, es porque quiero estar allá. Sin idealizar. Buenos Aires también es dura. Te pone en entredicho, te pregunta demasiado quién sos, qué hacés, cuánto pesas, si estás casada, soltera, divorciada. Si te va bien económicamente. Te interpela demás. Mientras que México te deja ser. No hay una mirada escrutadora. Al menos, no para mí. Claro.

Todo eso pensé sobre la toalla del sauna de madera, traspirando y decidiendo ponerme a dieta de una buena vez. Me sobran entre cuatro y cinco kilos (reales) y no está bueno. Estoy gorda como en la adolescencia. Gorda. No gusta. Es superfluo pero no gusta. Y tengo poca voluntad.

En esas ando, chicos. Cansada de la distancia. Con mono de vivir en Buenos Aires.
Me pongo a laburar.
Así las cosas.
Lejanas.

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