martes, 16 de marzo de 2010

con un vacío acá, ya sabés dónde

Cada vez que termino un trabajo me pasa lo mismo. No es que no tenga otro porque sí (aunque me interesa poco, quisiera escribir y no tener que leer tanto) pero es una sensación extraña. Al mismo tiempo, no hay sol, me siento un poco mal, estoy desalentada y medio depre. Nada especial. Aburrimiento, seguramente. Las ganas de estar en Buenos Aires de las que hablé ayer. Ganas de una vida un poco menos chata y llovida. También sé que no es la solución mágica, esa, chicos, no existe. Lamentablemente. Debería atacer el word. Escribir. Me salva. De la locura, de la desazón, del aburrimiento. Pero no tengo ganas. O fuerzas. O no sé qué.

De todas maneras, en unos minutos me voy al club con los chicos. Simón tiene tenis, Tita ballet (sigue insopor mi hija, pobre, no le tengo ni la más mínima paciencia, ahora escuchamos un disco que puso a todo volumen). Milo está un poco anémico. Toma hierro, come bien y esperamos que en este mes crezca un poco más. Me lo llevo y nos quedaremos en la guardería. Igual, llevo libro.

Recibo pocos mails. Estoy mustia. Caída. Desangelada una vez más. Soy tan así, subibaja. Y no es nada grave, eh. Es sólo que...

Pasaron tantas cosas en estos cinco años. Uf. Ni ganas de contarlas. También pienso en eso, vas formando una suerte de callo con todo lo que vas pasando. Muchas cosas buenas pero mucho remo. Demasiado. Cansa. Y entonces tenés ganas de un respiro, una alegría, algo que te saque un poco. A veces llega, otras no.  La autopercepción es un problema grave. La autoestima que se menea al ritmo de vaya uno a saber qué. O sí. Pero qué importa. Si de todas maneras no podés controlarlo. Quiero que pase algo bueno, algo que me borre de pronto, una luz cegadora, un disparo de nieve. Ja. Cada vez que pienso ojalá pase algo, se me viene todo el sintagma como un combo indivisible. Es martes. Mañana día de super. Y así se pasa la semana. Entre una cosa aburrida y la otra. El aburrimiento, como la felicidad, también es un estado en la mente.

Y está adentro de uno.

En lugar de comer, me tiré en la cama. Leí. Estar gorda me pega mal, también. Soy tan así. Predecible.
Bueno chicos. No mucho más.
Con ganas de escribir notas pero sin ninguna perspectiva. Con ganas de hacer más cosas pero mucho encierro en el hogar. Y con esta tristeza gris que acompaña tan bien al clima, a pesar de mí.
Así las cosas.
Aburridas.

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