miércoles, 31 de marzo de 2010

día raro, rarísimo

Desde mañana, cuatro días de planicie, soledad, desconcierto. Así vivo yo los feriados y más si son muchos y encadenados. Nuestra carencia absoluta de vida social me angustia. Bueno, absoluta no, claro. Ayer tuvimos una cena, hoy tendríamos un cumpleaños al que no podemos ir porque no tenemos nana y creo que el domingo también tenemos cumpleaños infantil. Pero es poco. O raro. O es que extraño estar en Buenos Aires con una intensidad especial. Porque mañana operan a la abuela. Porque tengo una necesidad casi física de estar ahí. De vivir ahí. No sé bien qué me pasa.

Marido se despertó gris. Y yo me contagio con facilidad. Y me desaliento. Y me quiero esconder. ¿Ganas de qué tengo? De nada. O sí, quisiera tener una buena novela, entretenida y bien escrita, en castellano originalmente, que alguien me musicalice y tirarme a leer sin que ningún hijo me venga a hacer preguntas. Por ejemplo. Jobis se va esta tarde. Dios. No.

La cena estuvo bien, el guefilte fish muy rico y mi pollo supongo que soso, no comí. A la vuelta la traje a Tita, dormida, en brazos en la parte de atrás y llegué directo a vomitar. Estoy muy gorda. Lo odio. Me odio. Ahora tengo que ir al super. Qué hueva, por favor. Diego se llevó a Simón, yo iré con Tita pero tengo mucho sueño. Las noches se hacen largas pero no descanso. Efecto extraño que no entiendo.

No sé, chicos. Con un bajoncito acá, en el pecho, una desazón leve. Un: no entiendo bien.
Así las cosas.
Vísperas.

3 comentarios:

j. dijo...

Y sin embargo, siempre da la sensación de que tienen una vida social agitadísima.

Manuela dijo...

estoy leyendo el oficinista de saccomano, recomendada.
jag sameaj.

Manuela dijo...

también podés leer los cuentos de saki, son re lindos, cortitos, graciosos, ambientados en trenes, a mi me ponen de muy buen humor y me hacen reir.