jueves, 25 de marzo de 2010

mi maestra de música

Leo este cuestionario y me acuerdo de Sandra. Pienso mucho en ella. Siempre. Y no sé por qué no le escribo. Bueno, yo le escribo mucho a la gente cuando la pienso. Me gusta que sepan que les dedico un rato, que me acuerdo de algo bueno que pasamos juntos, que están ahí, en algún lugar de mi cabeza. Igual, a la gente mucho no le importa. Creo.

Cuando la conocí, Sandra tenía mi edad ahora. Y yo, dieciseís. Me sorprendió que tuviera tantas canas siendo joven. Ahora, yo tengo muchas más, Recuerdo perfecto el primer día que la vi, por estas fechas, me abrió la puerta de la platan baja de Charcas, era lindo, luminoso, con un patio interno. Se había vuelto de USA. Después descubrimos que era la hija de mi dentista de la infancia. Una casualidad extraña. Sandra había estudiado Artes musicales, tenía una formación sólida y también una beca. No sabría sobre qué. Después se mudó a Scalabrini Ortiz. Se embarazó de Vera. Yo iba a los cumpleaños, su marido me explicaba química cuando no entendía nada, me sentía un poco parte de la familia. Nunca toqué bien. No tengo facilidad, no me fluye y las últimas falanges de todos mis dedos, van para arriba. Son dedos cucharita. De todas maneras, amaba mi clase de música, estudiaba poco pero siempre algo. Cuando empecé la facultad, dejé. Pero siempre seguimos conectadas. Nació Simón. Su Simón.  Y después nació el mío. En su vida pasaron muchas cosas y en la mía, también.

Hace unos años que no la veo. Y hoy le escribí ese mail deforme, como todos los mails que escribo yo.

Si leyera esto, le diría que la quiero mucho. Que siempre va a ser MI maestra de piano. Que me parece increíblemente inteligente. Y sensible. Y que la extraño.

Así las cosas, chicos.
Musicales.

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